La reconocida bailaora flamenca torreña presenta su última producción “Grito Pelao” en el Festival de teatro de Aviñón, en el que aborda la homosexualidad femenina y el deseo de maternidad. En el escenario la acompañan su madre y la cantante Silvia Pérez Cruz
Una mujer sola, lesbiana, baila su deseo de ser madre. Esa mujer es Rocío Molina, una de las bailaoras y coreógrafas más prodigiosas de su generación. La torreña, embarazada de cuatro meses gracias a una inseminación in vitro, ha decidido hacer de esa experiencia un espectáculo.
Bajo el título “Grito Pelao” Rocío Molina, acompañada de su madre y de la cantante Silvia Pérez Cruz cuenta su embarazo, su homosexualidad, la perspectiva de ser una madre soltera, su soledad y la niña por nacer.
“Grito Pelao” se compone de cante, de diálogos y por supuesto de ese flamenco moderno y potente de Rocío Molina quien ejecuta en el escenario piruetas y saltos; altos y bajos de un embarazo convertido en baile.
“Es que no podía escoger entre embarazo y baile. Hubo una época en mi vida en que si elegí el baile y me negué a ser madre. Con eso creé un monstruo con el que no pude luchar. Así que tuve que unir las dos cosas. Y a partir de ahí se iluminó todo”, dijo emocionada Rocío Molina.
De su lado, la cantante Silvia Pérez Cruz participa poniendo su voz prodigiosa entre sevillanas, cante y milongas, pero también contando la historia de su embarazo y el vínculo que une a las mujeres entre sí, desde tiempo inmemoriales.
Para Rocío, el baile es casi una terapia que la hace aceptar la transformación corporal y limitaciones que poco a poco impone el embarazo y que han transformado a su vez el baile.
“Es una transformación brutal, corporal, de movimiento, de energía. Pero que se debe a esa naturaleza maravillosa que tenemos las mujeres de hacer posible la vida. Hay bailaoras que lo ven como algo monstruoso, que hay que esconder. Pero a mí me gusta mostrarlo. Nos deformamos pero es una deformación bella. Por eso hay mirarla y disfrutarla”, agregó Molina.
