El veleño Daniel, un paso más cerca de ser sacerdote

El pasado 12 de mayo fue admitido a órdenes junto al también seminarista Álvaro, quien este último curso ha estado realizando su pastoral en la parroquia de San Juan Bautista de Vélez-Málaga.

[ Por Vanesa F. Rojas ]



La media de edad del Seminario ha bajado considerablemente y ronda ya los 24 años. Prueba de ello son Daniel Gutiérrez, de 23, y Álvaro López de 25. Ambos fueron admitidos a órdenes por el obispo de Málaga,  Jesús Catalá, el pasado 12 de mayo, en la tradicional Convivencia del clero celebrada en Casa Diocesana con motivo de la fiesta de san Juan de Ávila, patrón del clero español.

Casualmente estos dos jóvenes seminaristas están vinculados con Vélez-Málaga, uno por nacimiento y otro debido a que su última pastoral la ha estado realizando en la parroquia de San Juan Bautista, de la capital de la comarca de la Axarquía. Y también tienen en común su acercamiento tardío a la Iglesia aunque con una vocación igualmente intensa hacia el sacerdocio.

Ser sacerdotes, cura, cuidar y ayudar al prójimo. Sin dudas, ese es su camino en esta vida. Su misión.

Daniel Gutiérrez Santiago, 23 años, de Vélez-Málaga, aunque actualmente reside en Málaga para realizar sus estudios de Teología en el Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo, después de haber realizado la EGB en el CEIP Augusto Santiago Bellido (Reñidero) y secundaria en el IES Almenara.

Ahora, en perspectiva,  ve cómo se fue forjando el camino y las llamadas que recibió del Señor, aunque no las viera en su momento. Proviene de familia cristiana, aunque no practicante, y el recuerdo más cercano a la fe es cuando tenía 4-5 años y se quedaba con su abuela, la costumbre de rezar el Padrenuestro y un Avemaría para ir a dormir, siendo ella quien le enseñó las primeras oraciones.

Aunque durante la preparación a la Comunión descubre el amor de Jesús, haciendo el bien a todos, durante unos años no mantiene contacto con la Iglesia, hasta un acontecimiento familiar que le marcó definitivamente. El fallecimiento de su abuela, en 2013, estuvo marcado por una serie de hechos que le crearon dudas. Ya que su familia es de la calle la Carrera, tienen una gran vinculación con la Virgen de los Dolores. Una mañana su abuele le pide poder salir el año que viene a verla, sin embargo, aquella misma noche falleció.

Le surgen entonces interrogantes. Y tiene marcada su despedida: “Hasta que Dios quiera”. Se acerca entonces a la iglesia de San Juan para encontrar respuestas y pedirle explicaciones al Señor, Por qué si le había pedido seguir con vida precisamente la pierde ese mismo día. El cura Paco Sánchez fue todo un ejemplo para él, al verlo todo el día dispuesto a ayudar ya  escuchar a la gente; sin quejarse nunca. Le llamó la atención su estilo de vida y se vincula a la parroquia, participando en los retiros, en el coro, descubriendo otra familia y otra imagen de Iglesia distinta a la que tenía.

El antiguo rector del Seminario le pidió su dirección y al mes, sorprendido, recibió una invitación a una convivencia que fue cómo su madre descubrió su interés en ser seminarista. Aunque no pudo asistir en esa ocasión, sí fue a otro y descubrió cómo el Seminario Menor le sirvió para ir aprendiendo más sobre Jesús y las funciones de los sacerdotes

Concluido 2º de Bachiller tenía intención de estudiar algo relacionado con los medios de comunicación, pero gracias a sus buenas calificaciones de Selectividad entra en el Seminario, donde cada concurso se convence más de que el Señor le ha llamado a seguirle y a dar su vida para que todo el mundo conozca su obra y especialmente para ayudar a otros a llevar su cruz del día a día.

Actualmente está concluyendo ya el quinto curso, y la pastoral de este año lo lleva a Tolox, Casarabonela y Alozaina, a ver la labor de su sacerdote .

Al tener 23 años se prolongará su proceso, ya que el código de Derecho Canónico establece en 25 el mínimo de edad para poder ser sacerdote. Pero confía en poder ser ordenado diácono en junio de 2023. Entonces ya podrá encargarse de proclamar el Evangelio, predicar, ayudar al sacerdote, especialmente de los asuntos relacionados con la caridad, el sacramento del Bautismo, celebración del Matrimonio, bendiciones, entre otras misiones. «Son pasos muy importantes y previos a la ordenación como sacerdotes cuya fecha será ya elegida por el Obispo», matizaba Daniel.

Álvaro López Cardosa, 27 años y natural de Málaga, del barrio de Ciudad Jardín, pertenece a la parroquia de la Santísima Trinidad de Málaga. Estudió en la Sagrada Familia, el bachillerato en el instituto de La Rosaleda y posteriormente un grado de Administración y Finanza e incluso realizó durante dos años la carrera de Pedagogía, que finalmente dejó para entrar en el Seminario donde ya se está preparando el examen de Síntesis, con lo que concluiría la carrera de Teología.

Bautizado conjuntamente con su hermano, cuando él ya tenía dos años, cuando llegó el momento de comenzar la catequesis para tomar su Primera Comunión decía que no quería hacerla, teniendo como refrente a su hermano mayor, quien finalmente no llegó a tomarla.

Fue ya cursando el bachillerato cuando se acerca de nuevo a la parroquia guiado por una amiga, que pertenecía al movimiento de los Misioneros de la Esperanza, al que posteriormente se unirá también, y comienza a prepararse para ya siendo adolescente recibir su Primera Comunión, habiendo alcanzado ya la mayoría de edad incluso.

Como hermano de la Hermandad de la Santa Cruz también comienza a reforzar sus vínculos con la Iglesia, concretamente con la parroquia de San Felipe Neri.

Terminado el grado superior con los Salesianos es cuando comienza a plantearse que el estar en la parroquia le hace feliz y tras acudir al encuentro de Ávila de Santa Teresa de Jesús todo cobra sentido para él, “una explosión” llega a calificar, al ver a tanta gente congregada por una persona, por Jesús.

Tras conversaciones con varios sacerdotes le plantean a sus 20 años hacer un discernimiento para comprobar si realmente era su vocación. Un par de años después entró en el Seminario y pasados cinco años está a tan solo unos meses de ordenarse diácono (previsiblemente el próximo mes de octubre) y prácticamente a un año de ser ordenado sacerdote.

Durante su pastoral, en sus primeros años se dedican a visitar centros asistenciales de Cáritas, residencias de mayores y centros de personas sin hogar. Ya en cursos más avanzados van a parroquias. En su caso este curso la ha realizado en Vélez-Málaga, en la parroquia de San Juan Bautista, donde ha visto la realidad del sacerdocio de la mano del párroco, Antonio Jesús Guzmán, y del vicario, Felipe Manuel Gallego.

RITO DE ADMISIÓN A ÓRDENES

Aunque el rito de admisión a órdenes suele celebrarse en enero, en fechas cercanas a las fiestas de los patronos del Seminario: santo Tomás de Aquino y san Sebastián,  durante la Convivencia Presbiterio-Seminario, tal y como indican desde la propia Diócesis, este año decidieron aplazarla con motivo de la pandemia, sumándose posteriormente a la convivencia con motivo de la fiesta del patrón del clero español, san Juan de Ávila. Una jornada que daba comienzo a las 10.30 horas, con el rezo de la Hora Intermedia, la Hora Tercia, antes de que el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, tras haber estudiado sus cartas de peticición y hablar con sus formadores, admitiera a órdenes a estos dos jóvenes seminaristas. Sin duda alguna, un día muy especial para todo el

Seminario.

El Obispo les formula dos preguntas, para saber si quieren continuar con su formación académica y si realmente tienen intención de solicitar las sagradas órdenes.

Daniel explica que se trata de una ceremonia muy bonita porque  una de las oraciones dice que la Iglesia les “recibe con gozo” pidiendo que sea el propio Dios continúe guiándoles en el término de este proceso.

Para Álvaro fue un momento muy bonito, ya que al hacerse delante de la comunidad, sientío que los sacerdotes también los acogen en el presbiterio de la Diócesis de Málaga.

Sin duda un paso muy importante en sus vidas, ya que simboliza que su formación va cobrando cierta seriedad y se va acercando el momento decisivo. Una jornada de alegría al ver que todo el esfuerzo en este camino va llegando a su final, servir a la Iglesia.




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