Prevenir los microorganismos, clave para la salud y el bienestar

Los microorganismos o microbios son organismos unicelulares imperceptibles por el ojo humano, pero cuya acción puede tener consecuencias nefastas. Por eso, sin desarrollar una reacción digna de Sheldon Cooper, el excéntrico protagonista de The Big Ban Theory, hay que procurar mantenerlos a raya.

Y es que los animales, los seres humanos o los alimentos pueden ser portadores de patógenos, y originar y desarrollar una enfermedad más o menos grave.



En el cuerpo humano

Si los profesionales médicos insisten en la importancia de adquirir hábitos higiénicos para combatir la presencia de microbios, no es porque sí, sino para prevenir enfermedades infecciosas causadas por bacterias, virus o parásitos. Y porque, al ser portadores, se puede desarrollar un problema de salud pública.

Las buenas prácticas van desde lo más general a lo más concreto. Es importante ducharse con regularidad, incluyendo el cuerpo y el cabello. No es necesario, especialmente si hablamos del pelo, que sea todos los días, pero sí es muy recomendable para eliminar las células muertas. Hay que ser especialmente cuidadosos con pliegues y arrugas, y secar bien.

Las uñas también son un foco de infecciones, con frecuencia, por hongos. Lo mejor para prevenir es cortar con regularidad, pasar un cepillo especial que penetre bien bajo ellas y secar bien.

Otro foco de infección habitual es la boca. Por eso conviene cepillarse los dientes después de cada comida o, al menos, dos veces al día. La acción limpiadora se completará si se usa el hilo dental varias veces por semana, para llegar a las zonas a las que nos llega el cepillo, y si se termina la operación con un enjuague bucal. De vez en cuando conviene visitar al dentista, como aconsejan desde www.prodentis.es, una clínica dental en Málaga con dentistas de Vélez Málaga y Torre del Mar.

Desde hospitales y centros de salud se insiste mucho también en el lavado regular de manos, sobre todo antes de comer, tras ir al baño, manipular alimentos o basura y toser o estornudar. La alternativa al agua y al jabón, si no se tienen a la mano, es el alcohol en gel.

La higiene también se puede llevar al sueño, porque un buen descanso favorece el sistema inmunológico. El Hospital de La Moraleja recoge una serie de pautas para prevenir trastornos como el insomnio: evitar las sustancias excitantes, cenar ligero, hacer ejercicio físico (pero no a última de la tarde porque se activará el organismo), evitar siestas largas, mantener horarios regulares al acostarse y levantarse, promover un ambiente adecuado (temperatura, oscuridad…) y no hacer prácticas que impliquen una actividad mental, como leer, en la cama.

En el hogar

Hogarmanía propone llevar rutinas de limpieza semanales, un organigrama que merme los efectos de los microbios sin que lleve demasiado tiempo. La falta de este es, precisamente, lo que hace que estas tareas imprescindibles se pospongan una y otra vez, aunque la pereza también es el enemigo a batir en estos casos.

A diario habría que lavar los platos, limpiar la encimera y la mesa, hacer una recogida rápida de la casa, airearla, sacar la basura y hacer una limpieza rápida del cuarto de baño. Además de eso, cada día de la semana, de lunes a viernes, se podría dedicar a una estancia de la casa: lunes, cocina y comedor; martes, salón; miércoles, baño; jueves, dormitorios; viernes, despachos y pasillos.

Así, con un poco de tiempo cada día, para el fin de semana ya habrán quedado limpias zonas delicadas como el fregadero o el WC, además de tener suelos, superficies y textiles libres de polvo. Hay que alternar las tareas con la limpieza de la ropa, donde también pueden habitar los microbios.

También es recomendable someter el hogar al control de plagas a cargo de una empresa especializada, con tratamientos y fumigaciones para la desinsectación. Y es que insectos como las cucarachas son también peligrosos portadores.

En los alimentos

Hay que partir de que la manipulación de alimentos implica riesgos. De hecho, como señalaba la revista Consumer, el 90% de los casos hospitalarios de infecciones alimentarias guardan relación con dos microorganismos: Salmonella y Xampylobacter. Ambos son viejos conocidos de médicos y pacientes, pero ante ellos no siempre se actúa como es debido.

Se debe evitar que queden restos en las manos, por lo que hay lavarlas bien o, mejor aún, usar guantes. “El recuento en las manos de cualquier manipulador a las dos horas de iniciar su trabajo puede superar con facilidad las 20.000 bacterias si no ha tomado precauciones”, indica la revista Consumer.

Pero, además de las medidas individuales, la buena refrigeración de los alimentos y la limpieza y desinfección de las zonas en las que se trabaja con ellos es también fundamental. El desinfectante que se utilice depende de la elección de cada cual (si es lejía, vinagre, limón…), pero si se opta por un producto químico, habrá que seguir las recomendaciones del fabricante.



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