Josep Maria Bartomeu y un final que oscurece aún más su legado

El que ya es expresidente del club barcelonés abandona por la puerta de atrás la entidad, dejando un mar de dudas y condicionando proyectos de futuro con su gestión.

Crónica de una muerte anunciada. Solo así pueden definirse los últimos meses de Josep Maria Bartomeu como presidente del FC Barcelona, un club que ha visto cómo las sombras en lo que a gestión y dirección se refiere, se cernían sobre una entidad compleja, que en lo deportivo ha vivido momentos difíciles y que, si se miraran las casas de apuestas, podría ser percibido como uno de los peores de la historia. Entró al cargo el 18 de julio de 2015, sustituyendo a un Sandro Rosell con serios problemas judiciales y ofreciendo desde el primer momento una toma de decisiones que generó enormes controversias a lo largo de todo su cargo.



La manera de asociar la imagen del club de la ciudad condal al proceso independentista de Cataluña, las sospechas de delitos fiscales en torno al fichaje de Neymar y ver cómo el club era imputado bajo su cargo, la imposibilidad de retener al brasileño y malas inversiones con el dinero recibido y, por supuesto, el ya famoso Caso l3 Ventures, una campaña de difamación contra algunos jugadores del club de fútbol orquestada desde la presidencia, dejaron en evidencia supina a un Bartomeu repleto de desavenencias con mitos del barcelonismo.

Quizá uno de los movimientos más graves en su cargo haya sido la desmembración del proyecto de la cantera, cambiando responsables y organigrama de la misma, y encontrándose con serias ineficiencias en el nuevo modelo. Una de las señas de identidad del club se ha perdido un poco en estos cinco años y resulta curioso comprobar cómo mitos del equipo, entre los que puede incluirse a Puyol o Xavi Hernández, han sido muy críticos con Bartomeu y su equipo, rechazando la posibilidad de entrar a formar parte del club en algún cargo mientras este se mantuviera en la presidencia.

Los resultados deportivos fueron sosteniendo el proyecto, con 3 títulos de LaLiga, 4 Copas del Rey, 2 Supercopas de España, 1 Supercopa de Europa, 1 Mundial de Clubes y 1 Liga de Campeones. Renta demasiado exigua a nivel europeo la que se antoja para un club que debería haber aprovechado mejor los años de madurez de Lionel Messi, posiblemente el mejor jugador de la historia de este deporte. Los batacazos en Roma y Liverpool con Ernesto Valverde en el banquillo y la destitución del mismo mediada la temporada, fueron la antesala del fin de un proyecto en el que Quique Setién se encontró con una plantilla dividida y en una silenciosa rebeldía.

El 2-8 recibido por el Bayern de Munich en los cuartos de final de la UEFA Champions League la pasada temporada hizo ver que se estaba ante un callejón sin salida y que la crisis institucional podía herir gravemente el panorama deportivo. En la sección del baloncesto tampoco se han vivido momentos felices bajo el mandato de Bartomeu, que se apuntó el tanto de fichar a Nikola Mirotic, pero que no ha podido saborear ningún éxito europeo de su plantilla. La comunicación de Messi de que quería irse y la moción de censura que esto precipitó, son la clara señal de que Josep Maria Bartomeu ha sido un presidente para olvidar.

 



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