El municipio axárquico tiene en su haber el privilegio de haber sido el lugar en el que una vez la Ciencia hizo historia.
Cuando la Ciencia nombra a un animal como nueva especie, el lugar de procedencia del individuo que ha servido para determinar tal hecho, en la historia natural de esa especie nueva, pasa a denominarse “Terra typica”.
Pues bien, eso es Canillas de Aceituno para el Sapo partero bético, desde hace 25 años, su “Terra typica”.
Y ocurrió de esta forma: Se encontraban los científicos J.W. Arntzen y Mario García París realizando unos trabajos sobre poblaciones de anfibios en las sierras béticas, cuando uno de los individuos que habían colectado (en Canillas de Aceituno el 16 de mayo de 1992) después de los correspondientes análisis genéticos, vino a determinar que no se trataba de la misma especie de sapo partero que habita en España como se pensaba, sino que genéticamente se había diferenciado; quedando publicada esta confirmación en el año 1995. A partir de ese momento la Península Ibérica tenía una especie nueva descrita de sapo partero: el Alytes dickhilleni, nomenclatura ésta que le fue puesta en honor al Dr. Dick Hillenius, que en sus observaciones y poemas a finales de los años 60, dejó constancia de los peculiares coros que forman estos sapos.
Desde entonces, no se ha parado de investigar sobre la fenología, etología y amenazas de esta nueva especie de anfibio de morfología y costumbres tan curiosas, desde la administración y desde el ámbito privado; pasando a atribuirle el estatus de conservación de: “Vulnerable a la extinción”, según el catálogo de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y de “Interés especial” según la Ley 8/2003 de 28 de octubre, de la Fauna y la Flora silvestres. Hechos éstos propiciados debido a la pérdida de hábitat, la introducción de especies invasoras, la sobreexplotación de acuíferos… pero sobre todo a causa de un mal que asola a los anfibios en general, y a éste en particular: la quitridiomicosis.
Se trata de la enfermedad provocada por la presencia de un hongo (Batrachochytrium dendrobatidis) que se instala en las larvas de los anfibios, y les provoca la muerte cuando comienzan la metamorfosis.
Son muchos los esfuerzos que desde el mundo de la ciencia se están haciendo a nivel mundial para intentar revertir esta situación desde que se detectara esta enfermedad en España en el año 1995.
Así las cosas, el municipio malagueño de Canillas de Aceituno, tiene en su haber y de manera intransferible, el privilegio de haber sido el lugar en el que una vez la Ciencia hizo historia.
