El Archivo Histórico Provincial de Málaga repasa en su Documento del Mes correspondiente a abril la historia del cine en la provincia, que fue una de las primeras en recibir el cinematógrafo, allá por el año 1896, y llegó a contar con un total de 90 salas de cine ya en el año 1954, localizadas en 68 localidades. La delegada de Cultura, Monsalud Bautista, ha presentado hoy la muestra que, bajo la denominación “Auge y decadencia del cine en los pueblos de Málaga”, recoge diferentes documentos correspondientes a este tema que se conservan en los fondos de la entidad archivística gestionada por la Consejería de Cultura de la Junta. La documentación se completa con información explicativa de todo el proceso en la provincia.
Monsalud Bautista ha puesto de relieve la importancia que la llegada del cine tuvo en las localidades pequeñas, pues las películas eran un medio de tener una ventana abierta al exterior. La proyección de películas se realizaba en cualquier espacio y lugar con un público diverso y numeroso y ésta siempre ha sido una manera más de hacer y participar de la Cultura.
LOS COMIENZOS DEL CINE EN MÁLAGA
En mayo 1896, por la feria de San Isidro, llegó a Madrid el francés Alexandre Promio, enviado por los hermanos Lumière para dar a conocer el cinematógrafo en España. Sólo habían pasado unos meses desde que ellos mismos presentaron su invento en París y ya estaba causando asombro esta novedad por toda Europa.
Antes de que acabara el año ya había llegado el cinematógrafo a Málaga, una de las primeras ciudades de Andalucía donde pudo verse. Entre el 3 y el 15 de septiembre de 1896, en la planta baja del hotel Victoria, tuvieron lugar las primeras presentaciones de este nuevo invento, organizadas también por Alexandre Promio. El éxito fue inmediato, y durante esas dos semanas las sesiones se sucedían cada media hora ante un público entusiasmado. Se exhibían diez cuadros de los que, aunque no se conocen los títulos exactos, sí parece posible afirmar fueron algunos de los habituales de la casa Lumière y Méliès, por ejemplo la famosa escena de L’arrivée d’un train à La Ciotat, de 1895.
El cinematógrafo se fue extendiendo por toda la provincia, con presentaciones en los lugares más diversos: en salas de teatro, en salones de baile de hoteles, en salones de variedades, hasta en barracas o casetas de feria, o casas particulares. Las salas estables, que hoy llamamos simplemente cines, tardaron mucho en generalizarse.
José González, propietario del Café España, fue de los primeros malagueños en darse cuenta de las posibilidades de este invento y así se convirtió quizá en el primer empresario de cine en la provincia. Adquirió un aparato de proyección de la casa Lumière y comenzó sus presentaciones por los barrios de la ciudad aprovechando ferias o fiestas. En un solar despejado y con unas sillas, instalaba su aparatoso proyector contra una pared blanca o una lona, y asombraba a los vecinos que pagaban gustosos por ver las escenas animadas. Hay muy pocos datos de la difusión de estas presentaciones por los pueblos de la provincia de Málaga, pero su facilidad de montaje, así como la expectación que despertó desde el primer momento hacen pensar que fue muy rápida.
En 1899 se tiene noticia de la primera instalación hecha ex profeso para cine, la que levantaron, durante los meses de verano, Rafael Baquera y Carlos Lafuente en los terrenos ganados al mar en el muelle del Marques de Guadiaro. Se trata todavía de una instalación efímera, más parecida a lo que luego se llamó cine de verano.
LAS PRIMERAS SALAS DE CINE DE LA PROVINCIA
La primera sala de cine estable en Málaga fue el llamado Cine Pascualini, que se instaló en la actual calle Córdoba en 1907. Se trataba de una estructura metálica donde se presentaron con regularidad proyecciones cinematográficas, hasta que fue destruido por una bomba durante la Guerra Civil, en enero de 1937. Otras salas que se inauguraron durante las primeras décadas del siglo XX en la capital fueron, entre otros, el Cine Moderno (1913), el Cine Victoria (1913), en la plaza de la Merced; y el Cine Goya (1923) en Plaza Uncibay. En los barrios fueron pioneros el Cinema España (1927) en Huelin, que también tenía un “salón de verano” al aire libre; el Cine Plus Ultra (1927) en el llano de la Trinidad; y el Imperial Cinema (1929), en El Palo, también con un salón de invierno y otro de verano.
Una de las primeras salas de cine en la provincia fue el Cine Victoria, en Antequera, que se inauguró en 1913 con el rótulo de Salón Victoria Eugenia (por la reina de España, Victoria Eugenia de Battenberg); en su primera etapa exhibió películas de estreno, después, al abrirse cines mejor dotados y más céntricos como el Goya, o el Echegaray, el Victoria pasó a presentar programas, generalmente dobles, de lo que se conocía como reestreno.
Otro de los pioneros fue el Imperial Cinema en San Pedro Alcántara que abrió sus puertas en 1930, o el Cine Anaya en Teba, abierto en 1929. Más modesto, el Cinema Coca, en Pizarra, que estuvo en funcionamiento desde el año 1923 aunque sólo fuera un día a la semana.
Hasta 1930 las películas eran mudas y se acompañaban con un piano, una pequeña orquesta o, como ocurría a veces en el Cine Pascualini con un hermoso carillón.
AUGE Y DECADENCIA DE LAS SALAS DE CINE
La expansión del cine en Málaga sufrió una grave crisis durante la Guerra Civil, años aciagos para cualquier empresa, pero al finalizar ésta muy pronto se fueron abriendo salas, primero en las grandes localidades y después en casi cada pueblo de la provincia.
A medida que la exhibición cinematográfica se consolidó en España, el Estado se preocupa por su regulación, tanto impositiva como de seguridad, higiene y moralidad pública. Todo esto supuso un incremento en los precios de las butacas y se ve reflejado en el aumento de la documentación generada por las administraciones encargadas del control de esta actividad: actas de inspección, solicitudes de apertura, modificación, ampliación o mejora de salas de cine, licencias de apertura, control de taquilla, visados de las instalaciones y maquinaria, censura de contenidos de películas y protección de menores limitando el acceso a films calificados por edades. Toda esta burocracia se conserva en gran medida entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Málaga.
La introducción del sonido a partir de 1930 supuso una renovación total de las salas de cine, una crisis que obligó a onerosas inversiones, cerrando negocios y forzando una total reestructuración del sector. La incidencia fue tal que en 1933, el Ministerio de Hacienda redujo el tipo impositivo, la Contribución Industrial, del negocio del cinematógrafo a la mitad.
En 1954 llegaban a contarse 90 salas de cine en la provincia de Málaga, además de 15 establecimientos autorizados para cine de verano. 68 localidades de la provincia contaban con su propia sala de cine abierta todo el año, con una oferta de unas 30.000 butacas, que se sumaban a las 13.000 de Málaga capital. Los años entre 1950 y 1970 fueron los de mayor expansión del cine. A partir de entonces, fue poco a poco decayendo o cambiando el modelo de negocio, como los minicines o las multisalas concentradas en las localidades más pobladas. A finales de la década de los 70, de las 130 salas que llegaron a estar censadas en la provincia de Málaga, 61 ya habían cerrado. Las causas de la decadencia de las salas de cine tradicionales son muy diversas, por un lado con la mejora general del nivel de vida casi todos los hogares contaban con un televisor, que pasó a convertirse en una de las actividades que más horas de ocio consumía; asimismo proliferaron los automóviles privados que permitían desplazarse a localidades cercanas con salas mayores, más confortables y con mejores prestaciones, lo que supuso una concentración de las salas y condenó al cierre a los modestos cines de algunos pueblos. También se empezaron a comercializar a un precio muy asequible los aparatos reproductores de vídeo, que dieron lugar a otro tipo de negocio como los videoclubs, especializados en el alquiler de cintas de vídeo. Posteriormente el auge de la tecnología digital ha hecho que sea muy fácil conseguir y compartir películas y verlas en todo tipo de dispositivos.
EL CINE “ALTERNATIVO”
Al mismo tiempo que el cine llamado comercial colonizaba cada rincón de la provincia de Málaga, surgieron iniciativas que mostraron su interés en ese otro cine apartado de la finalidad meramente económica. En los años de la dictadura, además, son muchas las películas prohibidas que no llegaban a estrenarse en España o que lo hacían previo paso por la censura. El régimen intentó convertir la industria cinematográfica en un medio de difundir su propia ideología apoyando un cine de defensa de los valores de la patria, la familia, la tradición o un cine meramente de evasión. En las salas comerciales solo había espacio para el cine de las grandes distribuidoras, sobre todo el “made in Hollywood”, o la producción nacional patrocinada por el régimen. Para escapar de este ambiente controlado fueron apareciendo por toda España cineclubs, proyecciones de aficionados, certámenes de cine, festivales, encuentros y demás eventos cinematográficos, donde los aficionados al cine, casi siempre en grupos muy reducidos y hasta elitistas, podían tener acceso a otras películas con un contenido que desbordaba los límites consentidos por los poderes públicos.
En Málaga ya desde 1929 hubo un cineclub que funcionaba en el Cine Goya, pero durante la segunda mitad del siglo XX fueron muchas las iniciativas que se promovieron con mayor o menor éxito y duración por toda la provincia. En la capital destaca el Cineclub Málaga, con sede en la Casa de la Cultura, en calle Alcazabilla, que proyectaba para sus socios las películas, sobre todo europeas, que no se presentaban en los cines comerciales. El Cineclub Tiempos Modernos, desplegó gran actividad en los últimos años del franquismo, constituido por el Colegio de Licenciados en Ciencias y Letras del Distrito Universitario de Málaga y con la colaboración de la Caja de Ahorros de Ronda. Los universitarios malagueños también pusieron en marcha dos cineclubes durante los primeros años de la Transición democrática.
También por estos años se tiene constancia del funcionamiento de cineclubes en Ronda, Vélez-Málaga, Fuengirola, Marbella y Antequera, el de esta localidad contó con el apoyo económico y logístico de la Caja de Ahorros de Antequera, que convocó incluso un concurso de cine amateur, con gran éxito de público. El Cineclub Marbella se proyectó en 1979 por iniciativa de su ayuntamiento y sufragado por él, llegó a contar con más de 600 socios y organizaba la exhibición de un título por semana.
A partir de 1977, con la creación del Ministerio de Cultura se diseñó una política de apoyo al cine por parte de las instituciones públicas, al tiempo que decaen las medidas de control a los contenidos y desaparece la censura. Se protege la libertad de expresión y se potencian actividades culturales de todo tipo, esto supuso un impulso no sólo para la producción cinematográfica, sino también para la exhibición de todo tipo de filmes de distinta procedencia, las reuniones de debate, los cineclubes, los certámenes y festivales cinematográficos. En Málaga se notó el impulso de estas actividades por parte de las instituciones públicas sobre todo por la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial. Entre otras muchas iniciativas destaca el Certamen de Cine Campesino de Álora, en 1979; la Semana Internacional de Cine Científico de Ronda, en 1977 (hoy se sigue celebrando como Bienal Internacional de Cine Científico, BICC). Pero entre todas ellas destaca la Semana Internacional de Cine Autor de Benalmádena, organizada por la Federación Nacional de Cineclubs que desde noviembre de 1969 supuso todo un revulsivo en la vida cultural de la provincia de Málaga y tuvo honda repercusión en toda España.