Ecologistas rechazan una desaladora en la Axarquía y piden prohibir conversiones de fincas de secano a regadío

GENA considera que es «el último recurso al que se debe acudir» y alertan de que «puede provocar un efecto llamada» para nuevas plantaciones en una situación de «colapso hídrico» de la comarca oriental.

La posibilidad de que se construya una desaladora en la Axarquía para paliar los problemas de falta de recursos hídricos para el sector de los subtropicales ha encontrado el rechazo frontal de los ecologistas, que entienden que esta «costosa infraestructura sólo es justificable para afrontar periodos de sequías prolongadas, como el que ahora estamos padeciendo, pero de ningún modo debe contemplarse como solución para el regadío en la comarca oriental».



Así lo entienden desde el Gabinete de Estudios de la Naturaleza (GENA-Ecologistas en Acción). Su portavoz, Rafael Yus, ha recordado a SUR que la desalación ya se contemplaba en el Plan Hidrológico de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas en el horizonte de 2017, «precisamente para el año en que el regadío en la comarca había crecido muy por encima de los recursos disponibles, pero finalmente no llegó a ejecutarse, y tampoco en el horizonte de 2021».

A su juicio, la desalación «es el último recurso al que debemos recurrir, una vez agotados otras vías más sostenibles». Así, en primer lugar, los ecologistas abogan por «la prohibición de seguir autorizando nuevas conversiones de secano en regadío; el uso eficiente del riego, mediante sistemas que ahorren pérdidas de agua; el uso de las aguas regeneradas en terciario por las depuradoras; y la sustitución de las variedades actuales por otras de bajo consumo de agua«, enumera Yus.

«Con estas medidas, sobre todo con la primera, el sistema de regadío de la Axarquía podría ser sostenible en condiciones climáticas normales», argumenta el coordinador de GENA, quien entiende que la construcción de una desaladora «podría alentar el crecimiento del regadío, aumentando la conversión de suelo en secano para regadío, al menos de forma ilegal, como se viene haciendo actualmente por falta de control», apostilla. Los ecologistas vienen advirtiendo desde hace varios años del riesgo de «colapso hídrico» en la comarca oriental por el incremento de la superficie de regadío.

Costes y tecnología
Aún así, en un escenario en el que la desalación pueda ser una realidad en los próximos años, desde GENA consideran que su alto coste debería repercutir en el sector agrícola, que es el que demanda estos recursos extraordinarios, y que las aguas resultantes de la desalación sean usadas para riego y no para el abastecimiento de la población. «Estas aguas se usarán solo en épocas de emergencia por sequía, nunca como una fuente continua de recurso, para evitar el efecto llamada para el crecimiento del regadío», defiende el dirigente ecologista.

Según Yus, la desalación por ósmosis inversa es un proceso industrial energéticamente costoso, «por lo que aconsejamos el uso de sistemas modernos de electrólisis y campos magnéticos, que abaratan los costes». Por otro lado, desde GENA han advertido de que la construcción de una desaladora «no sólo supone un alto coste energético para su funcionamiento y bombeo, sino que sus desechos, las llamadas salmueras, que se vierten al mar, »tienen un importante impacto ambiental sobre los hábitats y la biodiversidad marina, con posibles efectos sobre los recursos pesqueros y marisqueros, aspectos que tendrán que ser estudiados según el emplazamiento que tenga la planta«.




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