Nuevas Elecciones Generales el 10 de noviembre

El Rey cierra la ronda de consultas sin proponer un candidato a la investidura al no lograr Sánchez un pacto ni con Iglesias ni con Rivera

Las elecciones generales se repetirán el 10 de noviembre. El Rey ha cerrado esta tarde la segunda ronda de consultas sin proponer un candidato a la investidura. Pedro Sánchez no ha logrado pactar ni con Pablo Iglesias ni con Albert Rivera. Tampoco ha conseguido la abstención de Pablo Casado, por lo que España se ve abocada a la repetición electoral, según ha confirmado la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tras reunirse con Felipe VI en Zarzuela.



Ha llovido mucho desde el 28 de abril, cuando el PSOE de Sánchez se impuso en la generales con 123 escaños, muy por delante de los 66 de Casado, los 57 de Rivera y los 42 de Iglesias. En esos casi cinco meses, se han celebrado unas municipales, autonómicas y europeas en las que también se impusieron los socialistas y tuvo lugar una primera investidura de Sánchez, que terminó en fracaso.

La tregua de mayo

La noche de aquel 28 de abril, un Sánchez victorioso se asomó al balcón de la sede del PSOE de la calle Ferraz para celebrar su triunfo y escuchar cómo el electorado de su partido le instaba a no pactar con Ciudadanos: “con Rivera, no. Con Rivera, no”. El dirigente socialista se tomó las cosas con calma, sabedor de que hasta el 26 de mayo, fecha de las municipales, autonómicas y europeas, era imposible poner en marcha ningún tipo de negociación.

Tras ese segundo triunfo de mayo, Sánchez se vio capaz de conseguir su objetivo, gobernar en solitario con el apoyo externo de otros grupos parlamentarios. Miró a la bancada de la derecha y trató de arrancar la abstención de Casado y Rivera. El líder del PP siempre dio un no por respuesta. Y también un Rivera, decidido a convertirse en el nuevo líder de la oposición, apostó por la negativa.

Una investidura fallida

Ante ese no es no, Sánchez se dirigió a la bancada de Podemos y se encontró con un Iglesias que no estaba dispuesto a regalar nada. El líder de Podemos quería formar un gobierno de coalición con los socialistas en el que los morados tuviesen una representación proporcional a esos 42 escaños que les habían otorgado las urnas. Una cifra que sumada a los 123 del PSOE daba un resultado de 165, lejos todavía de la mayoría absoluta, que en el Congreso se sitúa en 176 escaños.

Sánchez necesitaba algún apoyo más y lo encontró en los 15 diputados de la ERC que ahora lidera Gabriel Rufián en el Congreso. Los números daban, pero no había nada cerrado. El líder socialista aceptó someterse a la investidura en julio y ahí arrancaron unos arduas negociaciones con Unidas Podemos que, en el último momento, se cerraron con un fracaso.

Las elecciones generales se repetirán el 10 de noviembre. El Rey ha cerrado esta tarde la segunda ronda de consultas sin proponer un candidato a la investidura. Pedro Sánchez no ha logrado pactar ni con Pablo Iglesias ni con Albert Rivera. Tampoco ha conseguido la abstención de Pablo Casado, por lo que España se ve abocada a la repetición electoral, según ha confirmado la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tras reunirse con Felipe VI en Zarzuela.

Ha llovido mucho desde el 28 de abril, cuando el PSOE de Sánchez se impuso en la generales con 123 escaños, muy por delante de los 66 de Casado, los 57 de Rivera y los 42 de Iglesias. En esos casi cinco meses, se han celebrado unas municipales, autonómicas y europeas en las que también se impusieron los socialistas y tuvo lugar una primera investidura de Sánchez, que terminó en fracaso.

La tregua de mayo

La noche de aquel 28 de abril, un Sánchez victorioso se asomó al balcón de la sede del PSOE de la calle Ferraz para celebrar su triunfo y escuchar cómo el electorado de su partido le instaba a no pactar con Ciudadanos: “con Rivera, no. Con Rivera, no”. El dirigente socialista se tomó las cosas con calma, sabedor de que hasta el 26 de mayo, fecha de las municipales, autonómicas y europeas, era imposible poner en marcha ningún tipo de negociación.

Tras ese segundo triunfo de mayo, Sánchez se vio capaz de conseguir su objetivo, gobernar en solitario con el apoyo externo de otros grupos parlamentarios. Miró a la bancada de la derecha y trató de arrancar la abstención de Casado y Rivera. El líder del PP siempre dio un no por respuesta. Y también un Rivera, decidido a convertirse en el nuevo líder de la oposición, apostó por la negativa.

Una investidura fallida

Ante ese no es no, Sánchez se dirigió a la bancada de Podemos y se encontró con un Iglesias que no estaba dispuesto a regalar nada. El líder de Podemos quería formar un gobierno de coalición con los socialistas en el que los morados tuviesen una representación proporcional a esos 42 escaños que les habían otorgado las urnas. Una cifra que sumada a los 123 del PSOE daba un resultado de 165, lejos todavía de la mayoría absoluta, que en el Congreso se sitúa en 176 escaños.

Sánchez necesitaba algún apoyo más y lo encontró en los 15 diputados de la ERC que ahora lidera Gabriel Rufián en el Congreso. Los números daban, pero no había nada cerrado. El líder socialista aceptó someterse a la investidura en julio y ahí arrancaron unos arduas negociaciones con Unidas Podemos que, en el último momento, se cerraron con un fracaso.

Los socialistas ofrecieron a los morados una vicepresidencia, que hubiera quedado en manos de Irene Montero, y varios Ministerios, pero Unidas Podemos no quedó satisfecha con esa propuesta que veía falta de competencias y presupuesto reales y la rechazó al considerarla equiparable a “la caseta del perro”. La sesión de investidura fue bronca, Iglesias reclamó en el último momento más responsabilidades en materia laboral, pero Sánchez ya había pasado página, su oferta había prescrito y la opción de un gobierno de coalición ya era historia.

La oferta de Rivera

A la vuelta de las vacaciones, Podemos intentó recomponer la cosas, pero no fue posible. Los socialistas ofrecieron a Unidas Podemos puestos de responsabilidad en algunas instituciones. Iglesias insistió en la coalición y llegó a proponer someter el invento a un periodo de prueba. Se especuló con que los morados diesen sus votos para la investidura de Sánchez gratis total. Pero nada de eso cuajó.

Ayer Rivera saltó a la palestra con una propuesta sorpresa: su abstención (y la del PP) en una hipotética investidura de Sánchez a cambio del Gobierno de Navarra, la creación de una comisión para estudiar la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya, la promesa de que no se indultará a los presos del procés si llegan a ser condenados y el compromiso de que no habrá subida de impuestos para familias y autónomos.

Repetición de los comicios

Casado se desmarcó de esa iniciativa desde casi un primer momento y Sánchez y Rivera se quedaron solos frente a frente. Esta mañana, han cruzado correspondencia. El líder de Ciudadanos ha mandado una carta al presidente en funciones pidiéndole una reunión y reiterando su propuesta. El líder del PSOE le ha contestado que sus pretensiones ya se cumplen. Rivera ha visto en la respuesta “una tomadura de pelo”. La puerta del acuerdo se ha cerrado.

No ha habido pacto posible. No habrá nueva investidura. El lunes, 23 de septiembre, esta breve legislatura llegará a su fin de forma automática. El 10 de noviembre se celebrarán las nuevas elecciones tras una campaña de solo ocho días. Sánchez se dirige a las urnas con las encuestas soplando a su favor, pero quedan casi dos meses para esa nueva cita electoral en los que la incierta política española puede dar muchas vueltas.




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