La cita, ante un aforo de 650 personas, una de las más esperadas de esta edición del certamen nerjeño, ha puesto de manifiesto el carácter innovador del director, coreógrafo y bailaor granadino Manuel Liñán quien, a sus 38 años, ha sido distinguido con el Premio Nacional de Danza en 2017 y los premios Max al Mejor Intérprete de Danza (2013) y a la Mejor Coreografía (2009), entre otros méritos.
Conocido por muchos por utilizar bata de cola y mantón sobre el escenario en su reivindicación de estos elementos como símbolos del flamenco, su estilo abierto y transgresor bien le han valido el reconocimiento de la crítica alrededor de medio mundo. De hecho, el propio ‘New York Times’ alabó el espectáculo que hoy ha puesto de largo sobre las tablas del recinto exterior de la cavidad nerjeña.
El formato. compuesto por tres bailaoras (la nerjeña Águeda Saavedra, Isabel Rodríguez y Anabel Moreno), tres bailaores (el propio Liñán, Adrián Santana y Hugo López), tres voces (Miguel Ortega, David Carpio & Londro) y las guitarras y dirección musical de Víctor Márquez ‘El Tomate’ y Fran Vinuesa, ha estado avalado por una cuidada puesta en escena en la que prevalece una coreografía elaborada y exigente que pretende evocar el carácter nómada del ser humano, tanto desde una perspectiva física como emocional.
Liñán, que introduce magistralmente pinceladas de danza contemporánea y de clasicismo como acicate a un recorrido por las distintas etapas del flamenco, presenta un viaje colectivo donde no faltan las soleares, cañas, seguiriyas, tanguillos, rondeñas, fandangos, alegrías y caracoles, trasladando al espectador a otros tiempos y diferentes puntos de la geografía andaluza.
