El Hospital Regional de Málaga alcanza la cifra de 1.000 trasplantes hepáticos desde el comienzo del programa en 1997

La cirugía se ha reducido a la mitad en tiempo y los nuevos modelos de donación han propiciado que haya más donantes y, por tanto, más injertos

El Hospital Regional de Málaga ha alcanzado la cifra de 1.000 trasplantes hepáticos desde que comenzara a realizarlos en 1997. La acreditación del centro sanitario permitió que sólo el primer año se llevaran a cabo 26, cifra que se ha duplicado en los últimos años hasta llegar al máximo histórico de 58 en 2017. En lo que llevamos de año se han llevado a cabo un total de 35.



Desde el primer trasplante hepático realizado en el Hospital Regional Universitario de Málaga el 14 de marzo de 1997, a un varón de 49 años, hasta el pasado 12 de junio en que se llevaba a cabo el trasplante hepático número 1.000 a un paciente de 61 años, este programa ha mejorado los tiempos en la cirugía así como la recuperación de los pacientes. A fecha de hoy, la lista de espera es inferior a 20 personas.

En rueda de prensa, la delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ana Isabel González, junto al director gerente del Hospital Regional de Málaga, Emiliano Nuevo, el coordinador del Sector Málaga de Trasplantes, Domingo Daga, el director de la UGC de Cirugía General y Digestiva, Julio Santoyo, el jefe de la sección de Aparato Digestivo del centro, Juan Rodrigo y el presidente de la Asociación de Trasplantados Hepáticos de Málaga (ATHEMA), José Merchán, han dado a conocer este número, que supone un hito en la historia de la sanidad en Málaga.

En palabras de Ana Isabel González, «el millar de trasplantes hepáticos es símbolo del trabajo bien hecho, pero también de valores como la solidaridad de las familias de los donantes, y del compromiso de los profesionales que velan por procurar una mejor calidad de vida a los pacientes que necesitan un trasplante». En este sentido, la titular de Salud en Málaga ha agradecido la implicación directa o indirecta de los servicios -además de los presentes- que han sido fundamentales para la consecución de esta cifra, como Cuidados Intensivos, Hematología, Anatomía Patológica, Endocrinología, Enfermedades Infecciosas, Salud Mental, Inmunología, Laboratorio, Radiodiagnóstico, Rehabilitación o el Centro Regional de Transfusión Sanguínea.

El coordinador de Trasplantes en Málaga ha señalado que desde que en 1997 empezase el programa de Trasplante Hepático del Hospital Regional hasta la actualidad el perfil epidmiológico del donante de órganos ha cambiado haciéndose cada vez más complejo. «Los nuevos modelos, como la donación en asistolia controlada o los cuidados intensivos orientados a la donación han significado un reto organizativo, logístico y formativo para los profesionales relacionados con los programas de donación y trasplante que ha proporcionado una nueva vía de obtención de hígados válidos para el trasplante», ha agregado.

Los cambios organizativos y de gestión de listas de espera de pacientes pendientes de trasplante, introducidos a partir del año 2002 en Andalucía con el Proceso Asistencial Integrado Trasplante Hepático, permitieron acceder al trasplante a los receptores más graves y no por el criterio de antigüedad en lista. Estos avances se produjeron gracias a la adopción del sistema MELD, implantado de forma pionera en Europa y que consiste en un sistema de puntuación basado en parámetros bioquímicos que mide el grado de insuficiencia hepática y la gravedad del paciente.

A lo largo de estos 21 años del programa de trasplante hepático en el Hospital Regional de Málaga se han incorporado numerosos avances. En este sentido, el director de la UGC de Cirugía General y Digestiva señala que la dificultad es elevada. «Es una cirugía muy compleja y demandante que necesita mucha especialización y entrenamiento para realizarla con seguridad. Por tanto, la curva de aprendizaje es más larga que en otras cirugías», explica Santoyo.

Desde los primeros trasplantes en 1997 hasta la fecha, la técnica se ha simplificado al pasar de las diez horas de quirófano de los primeros años hasta la mitad, siempre y cuando no surjan complicaciones. En cada trasplante hay una media de nueve profesionales por sesión quirúrgica que a menudo trabajan de madrugada. «Se trata de extraer un hígado enfermo cortando las conexiones vasculares y biliares e implantar un órgano donante reconectando todas estas conexiones», explica Julio Santoyo, que admite que en cada caso participan, en un mismo día, más de 30 personas de distintos servicios o especialidades.

Los pacientes que habitualmente necesitan de un trasplante de hígado suelen padecer enfermedades agudas como hepatitis fulminantes o crónicas como las cirrosis por virus B, C o E, además de cáncer de hígado. La Unidad de Hepatología de Digestivo del Hospital Regional de Málaga es la encargada de hacer el diagnóstico y de determinar qué pacientes van a precisar de un trasplante. «Para ello se les hace un estudio previo con el que detectar posibles problemas o contraindicaciones», explica Juan Rodrigo.

La labor de esta unidad no acaba con la inclusión en la lista de espera para recibir un órgano sano, puesto que también son los encargados de hacer el seguimiento al paciente una vez este ha sido trasplantado que, al principio, es semanal. «Pasan de ser pacientes con muy mala calidad de vida a volver a ser otra vez activos y, en muchos casos, vuelven a incorporarse a la vida laboral y social familiar», subraya el hepatólogo.

Actualmente, siete de cada diez pacientes trasplantados de hígado están vivos a los cinco años; y seis de cada diez sobreviven una década después de la intervención con una buena calidad de vida. Estas cifras mejoran progresivamente con la mayor experiencia acumulada de los equipos de trasplantes.

Asimismo, en estos años ha habido un avance en técnicas médicas, quirúrgicas, anestésicas, en cuidados intensivos y, en general, en todas las áreas clínicas que participan del programa de trasplante hepático. Ello ha hecho posible que mejoren los resultados a pesar del perfil actual de donante –de mayor edad y más patología– y de tratar a unos receptores más graves.

La Unidad de Trasplante Hepático ofrece un programa educativo, diseñado según las necesidades del paciente, con intervenciones educativas y conductuales, que comienza en la fase previa al trasplante. El programa contempla el asesoramiento, apoyo y enseñanza. Además de aumentar los conocimientos del paciente sobre el proceso, también ayuda a disminuir la ansiedad y el miedo, aumentando la seguridad y confianza en el equipo, y ayudando al paciente en la fase de afrontamiento. Con ello se persigue lograr un buen cumplimiento terapéutico, basado en la adherencia al tratamiento, alimentación y actividad física, contribuyendo así a una buena calidad de vida.




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