Laura Valenzuela, el ‘primer rostro’ de la televisión, cumple 90 años

Información procedente de La Vanguardia

Apartada de los focos desde hace años, esta presentadora tuvo que aprender sobre la marcha ante un nuevo medio que aterrizó en España sin medios técnicos ni financieros.



Ayer  jueves 18 de febrero Laura –Laurita– Valenzuela cumplió noventa años. Una cifra nada desdeñable que deja consigo varias incógnitas. Qué fue de ella es una, pero también cómo llegó a un medio por aquel entonces desconocido y ante el que el dictador Francisco Franco vio a una caja, a un electrodoméstico, sin futuro. Ahí es donde comienza la historia.

Corría el año 1952 cuando esta joven se presentó a un casting para un nuevo medio que estaba tratando de aterrizar en España entre dudas y pruebas sin mucho recorrido. Se trataba de la televisión, y, aunque su desembarco definitivo no fue hasta octubre de 1956, ésta se arriesgó. No sabía muy bien de qué se trataba, pero en el Paseo de la Habana estaban buscando presentadoras y tanto el físico como la imagen global de Valenzuela convencieron a los seleccionadores.

La prueba fue en directo, sin grabaciones ni tomas falsas, como la televisión de antaño. Y así fue cómo llegó a esa extraña pantalla junto con Blanca Álvarez y Javier Álvarez, los tres primeros rostros de la Televisión Española.

Para entonces el cine ya había llegado a su vida gracias a películas como El pescador de coplas, donde debutó en el año 1953. A partir de ahí Valenzuela comenzó a compaginar sus pequeños roles en el ámbito cinematográfico con su nuevo trabajo en la televisión. Un espacio en el que tuvo que hacer de todo y aprender casi de forma autodidacta.

La falta de conocimiento sobre el concepto televisivo y de medios técnicos para poder potenciar una televisión a la altura fue uno de los grandes hándicaps con los que se encontraron los pioneros de la televisión. Es por ello que los rostros que aparecían en ella tenían tan pronto que locutar como anunciar productos o hacer de periodistas. Una faceta todoterreno que Laura Valenzuela superó con creces.

Así fue cómo llegó a ojos de José Luis Dibildos, su posterior marido y un apasionado del cine que acababa de montar una productora para la que solicitó hacerle una prueba. Desde entonces la carrera de Valenzuela se apartó de los focos de la pequeña pantalla para acercarse a los de su hermana mayor durante unos años.

No fue hasta la segunda mitad de los sesenta cuando Laura Valenzuela regresó oficialmente a la televisión para protagonizar los que serían sus grandes años de esplendor. En ellos su figura fue esencial y su tándem con Joaquín Prat, tal y como pudo verse en el mítico Galas del sábado, se convirtió en un habitual para los espacios de la cadena pública.

Presentadora del Festival Eurovisión 1969

Por esto no es de extrañar que la ya renombrada Laurita Valenzuela se convirtiese en el rostro que diese la bienvenida a los europeos en 1969, único año en el que España ha organizado el Festival de Eurovisión y para el que la comitiva franquista desarrolló todo un despliegue de medios para proporcionar al exterior una imagen de modernidad del país.

Laura, rápida en agilidad, habilidosa en lenguas extranjeras e inteligente de la teoría televisiva, fue su estandarte. Esta sevillana de origen se puso al frente de la primera retransmisión en color de TVE –sólo pudo verse en color en algunos países europeos, no así en España– y salió victoriosa, aunque no herida. La censura pensó que su mono de encaje dejaba entrever parte de su estómago y la polémica casi llega a mayores. No obstante, por suerte ganó Salomé y esto quedó en un segundo plano.

Quien no lo hizo fue Valenzuela, que ese mismo año se llevó la Antena de Oro, el galardón que otorga la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión desde 1962. Pero su buen momento en la televisión y en el cine no le eximió de tener que cumplir con sus funciones matrimoniales y abandonar su carrera profesional.

Sucedió en 1971 y sus últimos momentos fueron en Canción 71. Tony Leblanc, copresentador del espacio, la despedía así: “Laurita se nos va. Se nos va porque va a contraer matrimonio dentro de pocos días. Solo nos queda decirle, sencilla y llanamente, Laurita, enhorabuena y que sea s muy feliz”.

Unas palabras ante las que Valenzuela recogía el testigo de palabra para reconocer que, aunque “había pensado decir muchas cosas”, “creo que es suficiente decir, con todo corazón, que gracias por el afecto y simpatía que me han demostrado, que les voy a echar mucho de menos, pero que soy muy feliz y creo que se alegrarán mucho. Señoras y señores, ¡feliz Canción 71!”.

Así, sin dejar de mirar a cámara, posando su mirada sobre el objetivo, Valenzuela no dio ni en el último segundo la espalda al telespectador. Una audiencia que echó de menos a esta comunicadora autodidacta, pese a que tuvo que esperar a la década de los 90 para su regreso.

Regreso a la televisión por última vez

Ocurrió gracias al aterrizaje de las cadenas privadas como Telecinco, donde presentó espacios como Telecinco, ¿dígame?. En 1996 regresó a la pública, donde sustituyó a María Teresa Campos en su trasvase precisamente a la cadena líder de Mediaset para convertirse en la reina de las mañanas, pero para entonces sus apariciones televisivas fueron cada vez menores.

A esto hay que sumar el cáncer de tiroides que padeció su hija Lara en 1991 y su operación por cáncer de mama en 2005. Un cúmulo de situaciones a las que el fallecimiento de su esposo, José Luis Dibildos, quien la apartó de su trabajo en televisión, puso el punto y final. En 2006, con motivo de la gala del 50 aniversario de TVE, Valenzuela apareció por última vez en la pequeña pantalla.

Desde entonces se dedica a su familia, a sus hijos y nietos, a su privacidad. Una que desapareció por completo cuando acudió a aquel casting que, sin quererlo, la convirtió en uno de los rostros más representativos de la televisión de este país. Un personaje histórico de la pequeña pantalla que hoy cumple 90 años.




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