Ingresa en prisión un hombre de 73 años por abusos a dos sobrinas menores en Málaga

El Supremo ratifica una pena de 13 años de cárcel por cuatro años de ataques a las niñas, de 10 y 13.

Durante cuatro años, desde 2010 a 2014, “El tío Pepe”, el marido de la tía abuela pero al que las menores consideraban “como su abuelo”, abusó sexualmente de dos hermanas. Primero, en 2010, dos veces de la mayor, que tenía “12 o 13 años”. Dos años después, y de forma continuada, agredió a la pequeña, que cuando empezaron los hechos contaba con “nueve o diez años”. Él, 64. Después de que se descubrieran los delitos, en 2014, las víctimas precisaron tratamiento médico por ansiedad. La más joven “siente fobia a quedarse a solas en una habitación con un adulto”, según informa Málaga Hoy.



El sentimiento de la hermana mayor fue de culpabilidad. Cree que pudo evitar el sufrimiento posterior de la pequeña. De hecho, narró a sus padres “tiempo atrás, los tocamientos” de que fue objeto y los progenitores “no le quisieron dar mayor trascendencia, quizá porque la joven no se lo contó de forma detallada, quizá porque ellos mismos no quisieron romper la armonía familiar reinante o quizá un poco por todo”, argumenta la sentencia que en marzo de 2019 dictó la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Málaga. “En modo alguno la cautela mantenida en aquella ocasión resta credibilidad a los testimonios de los padres; al contrario, los refuerza, porque, incluso actuaron, quizá, con demasiada reserva” cuando conocieron por primera vez los hechos, resalta la ponente en el escrito judicial.

José Luis A. M, “el tío Pepe”, vecino de la barriada de El Palo, en la capital malagueña y casado, ingresó el pasado martes en la prisión provincial. En febrero de este año, el Supremo ratificó los extremos más importantes del fallo emitido por el tribunal malagueño. Su defensa intentó evitar su ingreso en prisión al alegar problemas graves de salud. Pero la Audiencia desestimó sus recursos para esquivar la celda. En el juicio, de nada le valieron sus argumentos de que las niñas se lo habían inventado todo y que la prueba era la tardanza en presentar la denuncia. Incluso que el procesado no cumplía con el perfil del abusador sexual.

La fuerza con la que las niñas contaron su historia fue determinante para desmontar su versión. “Tras ver y escuchar su declaración en el plenario, no le cabe duda alguna de su verosimilitud”. “Este Tribunal atribuye valor probatorio de cargo suficiente y credibilidad preeminente a los testimonios ofrecidos en el plenario por las víctimas, que pudieron ser oídos y apreciados personalmente, de forma clara y directa, por los magistrados”, detalla la sentencia.

El testimonio de los peritos forenses también fue concluyente para exponer a los jueces el padecimiento psicológico de las niñas. Incluso cuando la parte contraria defendía que una de las jóvenes siempre hizo vida normal. Las secuelas aún permanecen y se avivan al recordar los hechos, contrapusieron los expertos. Dos años de cárcel por los abusos a una de sus sobrinas. Once, por la otra, la más pequeña. Deberá indemnizarlas con 18.000 euros por los daños morales.




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