GENA denuncia la proliferación de caravanas en el paraje natural Maro-Cerro Gordo

La presencia de vehículos en un espacio protegido se extiende, además, a zonas de abastecimiento de agua como el nacimiento del río de Maro.

GENA-Ecologistas en Acción ha advertido este jueves de la concentración de caravanas, autocaravanas y furgonetas adaptadas como viviendas en el paraje natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, en la localidad malagueña de Nerja, lo que implica afecciones al medio ambiente.



Este colectivo ha elevado una denuncia ante la Delegación Territorial de Medio Ambiente, para que arbitre las medidas necesarias para impedir el aparcamiento de autocaravanas y vehículos durante más de un día en los espacios naturales protegidos como los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, «colocando la norma en lugar bien visible en dichos aparcamientos».

Esa presencia «inusual» de estos vehículos en un espacio protegido se extiende, además, a zonas de abastecimiento de agua como el nacimiento del río de Maro, parajes como la Torre de Maro y las pequeñas calas de este núcleo, «donde a veces también construyen chabolas».

Este paraje, denuncia Rafael Yus, de GENA-Ecologistas, en verano «sufre la masificación turística y desbocada y durante los meses de invierno se convierte en un nuevo ‘nomadland’, una tierra para nómadas, gente que se desplaza con sus vehículos de un paraje a otro».

Se trata de personas, añade, «que tiene suficiente capacidad adquisitiva como para comprarse un vehículo que puede costar los 60.000 euros y que, sin embargo, eligen una modalidad de turismo superbarato, que no solo no deja beneficio alguno para los lugares que ocupan, sino que cuando se van dejan un rastro inaceptable de desorden, especialmente por los desechos incontrolados que, como es natural, produce cada unidad móvil».

Yus señala que el pasado 23 de enero realizaron un conteo al azar en la zona, contabilizando 35 caravanas en la zona de la Playa de las Alberquillas, 21 en la zona de la Playa del Cañuelo, y 18 en la zona de Cantarriján. En esta última cala, perteneciente a la provincia de Granada, los caravanistas, asegura Yus, «logran llegar a la misma playa con sus caravanas, aparcando junto al arenal, donde despliegan sus mesas, sillas y sombrillas, para disfrutar del regalo que le da, sin concesión alguna, la ausencia de cualquier tipo de vigilancia, problema crónico de este paraje».

Además, se ha observado que pese a que las basuras se suelen depositar en los contenedores, «donde los hay, como en el aparcamiento del Cañuelo, otros residuos orgánicos son arrojados a los mismos acantilados». «La vida humana genera entropía a su alrededor, y si ésta no se controla, como se intenta hacer en la ciudad, provoca un fuerte impacto ambiental en aquellos lugares que, como los Acantilados de Maro, no están acondicionados para amortiguar esta energía negativa», sostiene el representante de GENA-Ecologistas en Acción.

También apunta que han sido testigos de concentraciones importantes de caravanas en torno al nacimiento del río Maro: «No sólo se abastecen de agua, sino que algunos aprovechan para darse baños. En otros casos se desplazan a pequeñas calas de difícil acceso, donde construyen chabolas para pasar una temporada, calentándose haciendo fuego con cañas, práctica que a veces ha causado algún incendio. También tenemos constancia de que algunos, equipados con traje de neopreno practican la pesca submarina furtiva en la zona de Cantarriján».

La alternativa a este tipo de turismo de bajo gasto económico pero de alto gasto ambiental es que usen camping, o al menos aparcamientos temporales de caravanas que algunos ayuntamientos, en su afán por controlar este problema, ha dispuesto en sus territorios, recuerda Rafael Yus.




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