Vídeo: Muere Pedro Iturralde, el navarro que inventó el jazz flamenco

Grabó en 1967 el primer disco con la fusión de los dos géneros, con Paco de Lucía a la guitarra, informa el Diario El Correo.

La música española ha dado contadísimas leyendas de jazz. Las dos que siempre vienen a la cabeza son la del pianista Tele Montoliú y la del saxofonista, clarinetista y compositor navarro Pedro Iturralde, que falleció este domingo en Madrid a los 91 años. Además de sus incontables actuaciones, de la que pudieron disfrutar varias generaciones de aficionados, fueron también músicos muy populares por sus apariciones en la televisión de hace ya unas décadas y por su repercusión en los medios de comunicación.



Natural de Falces, Iturralde fue un músico de lo más completo y profesor del Conservatorio de Madrid, que en 1967 combinó jazz y flamenco, en una grabación en la que contó con la guitarra de un Paco de Lucía de 19 años.

Pero hay mucho más en el currículum del saxofonista, En 1972 se trasladó a Estados Unidos para estudiar en el Berklee College of Music, de Boston, por el que fue becado. En ese mismo año le fue concedido el primer premio en un concurso de composición, en la ciudad de Mónaco, con la pieza ‘Like Coltrane’. En 1978 ganó de nuevo un galardón, esta vez el segundo premio de composición, en el Festival de Mónaco, con la composición ‘Toy’. En 2005, grabó un doble álbum con su actuación en el Festival de Jazz de Vitoria.

También cabe resaltar su labor como compositor de bandas sonoras de películas, entre ellas ‘El viaje a ninguna parte’ de Fernando Fernán Gómez.

Iturralde atribuía su buena salud a que sólo bebía un poco de Cointreau porque le venía bien para la garganta. Por lo demás, ni tabaco ni drogas ni abuso de licores, al contrario que la imagen del mito romántico del jazzman construido a partir de las adicciones de Charlie Parker y Chet Baker. Eso le hizo tocar hasta bien poco en su querido club Bogui Jazz de Madrid. «Tocando, entre la gente, es como mejor me encuentro», confesaba en una conversación con EL CORREO.

Se inició en el saxo muy pronto para consolarse de su exilio del «paraíso», que para él estaba en el molino de su padre –saxofonista como él– y de su abuelo en Vergalijo, situado junto al río Arga. A aquella época dedicó una de sus composiciones más conocidas, que aún sigue tocando, ‘El molino y el río’.

A partir de aquellas primeras notas dadas con nueve años, en la Banda Municipal de Falces, el saxofonista más célebre que ha dado el jazz español se fue haciendo su propio camino con el empuje de su tenacidad y de su talento innato. Paso a paso hasta llegar a los conciertos internacionales, a ser el jefe de la banda de músicos del Hotel Plaza de Madrid, cuando en la Gran Vía abundaban los locales dedicados a las big bands, a ser el inventor del jazz flamenco y a ocupar la primera cátedra de Safoxón en España, en el Conservatorio de Música de Madrid.

Con este instrumento llegó a la maestría. Sin embargo, defendía el clarinete. «Me gusta. Suena muy bien. Tiene un timbre muy diferente al saxo, y el timbre es en el jazz algo fundamental. Me sirve también para recordar en el escenario el viejo dixieland»

Una estancia de un año en Atenas, de 1958 a 1959, le sirvió de inspiración para componer su ‘Suite Hellenique’. En 1966, Joachim E. Berendt, enterado de los experimentos de Iturralde con las músicas populares griegas y el jazz, le propone actuar en el Festival de Jazz de Berlín incorporando una guitarra flamenca a su entonces quinteto. Así lo hizo y a la hora de grabar esa nueva fusión de estilos pensó primero en Paco de Antequera.

Un músico trotamundos

Como no podía, le sustituyó Paco de Lucía, con el pseudónimo de Paco de Algeciras porque tenía compromisos con otras discográficas. Grabaron el disco en Alemania en 1967 bajo el título de ‘Jazz Flamenco’. En España no saldría hasta 1974. Constaba de dos composiciones de Iturralde y de dos adaptaciones de Falla.

El estilo aún sigue vivo en músicos como Jorge Pardo. «Conocía bien a los clásicos como Falla, Granados y Turina de mi época en la banda de Falces, cuando tocaba por los pueblos. Cuando acabábamos de tocar, me quedaba yo solo en el kiosko y empezaba a improvisar», recuerda.

Desde el norte de África al norte de Europa, pasando por Estados Unidos y por los cruceros, Iturralde ha impregnado numerosos escenarios con su estilo muy próximo al hard bop. «He pasado más tiempo fuera que dentro de España. De Navarra me marché a un café cantante de Logroño. Luego a otro en Burgos, y más tarde con una orquesta catalana a Túnez y Argelia, cuando todavía era Francia. Más tarde me salió una oferta muy buena en Líbano, que entonces llamaban la Suiza de Oriente Medio. Estuve un año en Ankara, que no me gustó. Toqué en un barco y volví a España».

Empezó a tocar en clubes de jazz donde solían ir los soldados de la base estadounidense de Torrejón de Ardoz, como él decía, en su «day off». «Me di cuenta de lo que había cambiado España y me quedé». En 1978 logró crear la cátedra de Saxofón del Conservatorio de Madrid, de la que fue titular hasta jubilarse en 1994. Fue un músico sin complejos que colaboró con Burning, La Banda Trapera del Río, Joan Manuel Serrat y Miguel Ríos.

«Aprendí griego, francés e inglés mientras vivía fuera. Me habría gustado saber euskera. Amo el País Vasco. Mi apellido significa ‘al lado de la fuente’, y el segundo, Ochoa, ‘lobo’», confesaba al diario El Correo.

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