Un conductor se fuga tras atropellar a un peatón, tiene otro accidente y quintuplica la tasa de alcohol

Un amigo de la primera víctima siguió al hombre en una moto e hizo fotos con su móvil de la matrícula, mientras que un policía local fuera de servicio lo persiguió durante en la huida hasta que lo interceptó, informa Diario Sur.

Segundo accidente con fuga en apenas 48 horas en la provincia. Mientras la Guardia Civil trata de localizar al autor del atropello mortal del Mario Zumaquero en Estepona, la Policía Local de Málaga investiga a otro conductor que golpeó con su furgoneta a un peatón, huyó por toda la ciudad, sufrió un segundo accidente del que al parecer también trató de escapar y acabó dando una tasa de alcoholemia cinco veces superior al máximo permitido.



Este segundo caso ocurrió el martes a las 15.30 horas en la plaza Moreno Villa, en Huelin. La sala del 092 de la Policía Local recibió varias llamadas que alertaban de que el conductor de una furgoneta de color blanco se había dado a la fuga tras atropellar a un joven de 31 años que cruzaba por un paso de peatones.

Según la versión del herido, había empezado a atravesar la calzada cuando vio una furgoneta blanca que se aproximaba por su izquierda a gran velocidad. Trató de volver sobre sus pasos para evitar que lo arrollara, pero no le dio tiempo a evitar el impacto: el vehículo le golpeó con la parte frontal derecha, concretamente con el retrovisor y con la rueda, y le hizo caer. El atropello le causó lesiones en la cadera y en un pie. Fue asistido por una ambulancia del 061.

A partir de ahí, se desarrollan dos escenas diferentes que contribuyen a la resolución del caso. La primera la protagoniza un amigo de la víctima, quien, al ver la escena, se subió rápidamente en su moto y persiguió al conductor de la furgoneta hasta que consiguió tomar dos fotografías lo suficientemente nítidas de la matrícula. Después, regresó al lugar del siniestro y facilitó a la Policía Local una descripción del conductor.

La segunda escena corresponde a un policía local de Torremolinos que en esos momentos estaba fuera de servicio y que, casualmente, circulaba con su moto justo detrás de la furgoneta. El agente vio el momento exacto en que la furgoneta huyó tras golpear a un viandante que cruzaba correctamente la calzada. También observó cómo el joven se llevaba las manos a la espalda por el dolor, por lo se paró un segundo a auxiliarlo.

Al ver que su vida no corría peligro, y que varios amigos se acercaron a auxiliarlo, el motorista persiguió al conductor. Aprovechando que se detuvo en un semáforo, se paró junto a la ventanilla del copiloto, se identificó como policía local y le dijo que se parara para atender el accidente que acababa de tener. Él respondió que no había sido culpa suya, que el peatón se había tirado a la calzada y provocó el siniestro. Ahí, el agente se dio cuenta de que el hombre se encontraba ebrio. También vio que otro motorista -el amigo de la víctima- hacía fotos a la furgoneta.

Según declararía más tarde el policía local, el conductor hizo amago de pararse, llegando incluso a poner el intermitente derecho, pero de pronto giró hacia la derecha, regresó a la calzada y aceleró bruscamente. El agente salió tras él mientras telefoneaba a la sala del 092, donde fue dando en cada momento su posición. Así cruzaron de un extremo a otro la ciudad.

El seguimiento acabó en la avenida Salvador Allende, a la altura de la barriada de El Palo. La furgoneta colisionó contra la parte trasera de un turismo que estaba parado en un semáforo. Según el agente, el conductor hizo amago de irse de nuevo, pero él le colocó delante la moto para cortarle el paso. A continuación, en una rápida maniobra, el policía local abrió la puerta del conductor, se metió dentro, paró el motor y le quitó las llaves del contacto para que no pudiera escapar.

Unos segundos después, se presentó en el lugar una patrulla adscrita a la Jefatura del distrito Este de la Policía Local. Los funcionarios comprobaron que el turismo al que embistió la furgoneta presentaba daños en la parte trasera, aunque la persona que iba al volante del mismo se encontraba ilesa.

Al identificar al conductor de la furgoneta, que había sido el causante del accidente, observaron claramente que presentaba signos de encontrarse ebrio, entre otros, aspecto desaliñado, habla titubeante, ojos brillantes… Decidieron llevarlo a las dependencias del Grupo de Investigación de Atestados y Accidentes de Tráfico (GIAAT), donde se sometió a la prueba de alcoholemia, mientras que su vehículo fue trasladado al depósito.

El conductor, de 54 años, con domicilio conocido y sin antecedentes, dio un resultado de 1,26 miligramos por litro de aire espirado en la primera prueba y 1,29 en la segunda, es decir, multiplicó por cinco el máximo permitido, cuyo límite genérico es 0,25. Está siendo investigado por dos delitos contra la seguridad vial y uno de desobediencia

 




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