Seis meses buscando los restos de Dana Leonte: así fueron sus últimas horas con vida y las de su presunto asesino

El Mundo publica un reportaje en el que sigue la pista de la mujer y su presunto asesino a través de los testimonios de las últimas personas que trataron con ambos esos fatídicos días de junio.

Poco más de seis meses han transcurrido desde la desaparición y asesinato de Dana Leonte. La joven rumana desapareció en Arenas y fue presuntamente asesinada y descuartizada por su pareja, con la que tenía una bebé en común.



Ese bebé es objeto de litigio entre las dos familias, la de Dana y la de su pareja, porque ambos quieren la custodia, según indica en su publicación El Mundo este sábado. El abogado Marcos García Montes está intentando desde hace tiempo que la pequeña esté con la familia de su madre, pues actualmente la tienen los tíos paternos.

Hasta la fecha sólo se ha encontrado un fémur perteneciente a la víctima, y mientras tanto sólo se puede hacer una reconstrucción por las declaraciones de los testigos de cómo fueron las últimas horas de la mujer y de Sergio, que está en prisión provisional por el crimen.

UN CAFÉ EN VEZ DE DOS

Por una parte, están Antonio y Mari Ángeles, los dueños del bar Alhambra, que vieron a Sergio el mismo 12 de junio que desapareció la chica. Le vieron con ella en algún momento del día, pero ambos iban con mala cara, parecían enfadados.

Algo les extrañó: ese día Sergio sólo pidió un café con leche para llevar en vez de dos, porque siempre llevaba uno para su pareja. También les pareció raro que no pusiera una tapa al vaso, como solía hacer siempre.

LO QUE CONTÓ EL PRESTAMISTA

El prestamista Francisco Ortigosa ayudó a Dana con 7.500 euros en metálico más la compra de un vehículo por 4.750 euros. Ella siempre le dijo que era víctima de malos tratos por parte de Sergio.

Este hombre también narra una conversación con Sergio. Al parecer había un sargento de la Guardia Civil que se había enamorado de la joven y le escribía mucho por Whatsapp.

Según su relato, el agente enamorado llamó al propio Sergio al día siguiente de la desaparición de Dana, y también al siguiente. Le preguntó por qué al intentar telefonear a Dana le salía un mensaje que decía que el número no existía.

También declaró el prestamista que Sergio le había pedido que no denunciara la desaparición de Dana, que su coche estaba en la casa, cerrado, con la llave. Añadió que Dana se había marchado con otro (con el guardia civil), y que llevaba puesta ropa limpia y el calzado más nuevo que tenía.

EL JEFE DE SERGIO Y LAS BOTAS NEGRAS

José Luis Muñoz, gerente de la fábrica de azulejos y pavimentos donde trabajaba Sergio, explicó que el acusado no llevaba ese día las botas negras de seguridad con punta, pero que estaban rotas, y añadió que dejó de llevarlas puestas más o menos en la fecha que desapareció Dana.

El jefe de Sergio añadió que éste siempre iba con esas botas de seguridad que dejó de llevar cuando su mujer desapareció.

La jornada laboral de Sergio era de 8.00 a 13.30 y de 15.30 a 19.30. Sin embargo, el día de la desaparición se marchó a las 18.00 con la excusa de que la niña se había puesto mala y «no encontraba por ningún sitio a la madre».

Un día después se presentó en el trabajo a las 9.13, y explicó que había estado buscando una niñera, es decir, llegó más de una hora tarde. También le contó al jefe que Dana y él habían discutido y ella se había ido de casa con ropa nueva, dinero y el agente de la Guardia Civil.

LA NIÑERA QUE SOSPECHABA

La niñera del bebé, Ana Isabel Rodríguez, declaró que a las 7.30 de la mañana del día de la desaparición se había quedado, como siempre hacía, con la niña. Pero Dana le llamó a las 17.00 horas y se vieron. Ella le pagó 50 euros que le debía de otro día y quedaron en verse esa misma tarde hacia las 20.00 horas. En teoría se presentarían ella y Sergio a recoger a la pequeña.

Sin embargo, a las 20.53 la niñera recibió un whatsapp de Dana: decía que había sufrido un robo en casa, y que en vez de ella y Sergio, sería su padre el que iría a recoger a la niña. La pareja se incorporaría a partir de las 22.00 horas.

Este mensaje de texto ofrece supuestamente una de las pruebas de que podría ser una falsa coartada montada por Sergio: tanto el estilo de escritura como las faltas de ortografía no se corresponden con el estilo de Dana, según aseguró la niñera.

Al ver que el tiempo pasaba y nadie iba a por la niña, la cuidadora envió un mensaje a Dana a las 21.16, y recibió respuesta finalmente a las 22.09, que decía que iría su padre.

Pero los minutos seguían transcurriendo sin que nadie recogiera al bebé y, finalmente, a las 22.41 la niñera recibió dos llamadas de Sergio, que se presentó inmediatamente diciendo: «Menudo follón me he encontrado en casa».

A la niñera le extrañó que el viernes día 14, dos días después de la desaparición de Dana, Sergio le entregase a la pequeña en un carrito que nunca usaban, porque siempre la llevaban en un cuco. Eso debió de ocurrir hacia las 13.00 horas. Poco después, la mujer pasó por delante del bar donde trabajaba Dana, y lo vio cerrado.

Entonces escribió a Sergio y le acusó de engañarle. «Dana ha desaparecido» le dijo, mientras que él le había contado que Dana estaba trabajando, que estuviera tranquila. Ese día también fue Sergio solo a buscar a la niña.

Y por cierto, aunque Sergio siempre vestía su ropa de trabajo, incluidas las famosas botas negras, ese día se presentó en ropa de calle, con pantalón vaquero, camiseta y zapatillas, y arreglado, bañado y con gomina en el pelo.

Sergio también le contó a la niñera su versión de que Dana se había marchado, y añadió que se había dejado toda su ropa en casa. La niñera sabía que Sergio la había maltratado, e incluso que en la primavera, hacia marzo o abril él había amenazado de muerte a su pareja y la había echado de casa. Poco después de aquel incidente la niñera vio a Dana con lesiones como arañazos en el cuello y en el pecho.

ANTERIORES MALOS TRATOS Y UN DETALLE MACABRO

Otra declaración es la una mujer llamada de Elisabeth Fortes, que habló de pasados malos tratos de Sergio a otras parejas anteriores, llamadas Verónica y Eva. Esta mujer dijo que Sergio le parecía un tipo mentiroso y agresivo.

Un detalle macabro que esta mujer cuenta de Sergio: que le gustaba dar patadas a «perros, gatos, animales y patos», y que cogía perros de la calle para echarlos a pelear con perros peligrosos que él tenía.

EL EXTRAÑO SECUESTRO DE LA GASOLINERA

Otra declaración es la de José Alejo García, empleado de la gasolinera Repsol de Vélez-Malága, capital de la comarca donde desapareció Dana: este hombre supuestamente presenció el secuestro de una mujer en su gasolinera y no dijo nada. Nunca confirmó que viera a una mujer parecida a Dana, sino de una estatura más alta, casi 30 o 40 centímetros más que la joven asesinada y de unos 80 kilos de peso. Dana medía aproximadamente 1,65 y pesaba unos 45 kilos.

Este empleado relató que el conductor de un coche tipo Peugeot 605 oscuro se bajó, abordó a la mujer, la metió en volandas en el vehículo y otro tipo que iba con él se montó en la parte de atrás con la mujer.

En este extraño relato, el empleado de la gasolinera dice que llamó al 091, pero que después colgó y no volvió a llamar.

No se explica por qué no volvió a llamar ni dio explicaciones a su jefe, al que ni siquiera comunicó incidencia alguna, incluso después de enterarse de la desaparición de Dana.

LA ÚLTIMA DECLARACIÓN: INGRID PAMELA ZARZA

A las 20.30, Ingrid recibió un mensaje de Dana, y fue el último, porque a partir de ahí le salía el mensaje que daba el móvil como apagado.

El mismo día de la desaparición, vio a Sergio hacia las 15.00 horas, que iba solo. A las 23.15 el sospechoso volvió de nuevo al bar con la niña, preguntando por Dana. A esta mujer Sergio le contó que Dana se iba a ir a otra localidad. A ella le pareció raro que Dana hubiera ido allí, porque siempre se marchaba hacia las 19.00 horas para estar con su hija.

Al día siguiente, Ingrid vio la cafetería que regentaba Dana cerrada y decidió mandarle un mensaje, al que ella nunca contestó. El día antes, el de la desaparición, vio por última vez a Dana en su cafetería. Ya esa tarde, hacia las 17.00 horas, se escribieron y comentaron asuntos cotidianos del bar, lo que da la impresión de que Dana no tenía ninguna intención de irse.

Y ya nunca más se la volvió a ver.

Se la sigue buscando.




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