Escudo de Oro de la Ciudad de Vélez-Málaga, apuesta por que «todos contribuyamos a tener un mundo más limpio».
Por José M. Blanco.- Salvo por las gafas que le otorgan cierto aire intelectual, no tiene aspecto de científica. Pero, ¡qué demonios! ¿Cuál es la imagen que debe tener una experta mundial en investigación de fusión nuclear? Natural de Lagos, en Vélez-Málaga, Sehila González de Vicente es directora global de energía de fusión en la organización Clean Air Task Force (CATF). Recientemente fue galardonada con el Escudo de Oro de la Ciudad que la vio nacer. Actualmente reside y trabaja desde Torrox Costa, también en la comarca de la Axarquía. Allí, en Torrox, fue recibida oficialmente por el alcalde en el Ayuntamiento de la localidad el pasado mes de agosto. De aspecto frágil, se convierte en una titán cuando habla de su trabajo. Durante la entrevista, cierra los ojos en muchas ocasiones al hablar. Los expertos en comunicación no verbal advierten de que así puede estar transmitiendo calma y serenidad, pero también que enfoca sus pensamientos para transmitir su mensaje con más eficacia. Y a fe que lo consigue; no parece timidez, como pudiera reflejar a primera vista. Licenciada y máster en Física y doctora en Física de Materiales por la Universidad Complutense de Madrid, así como MBA por la EOI Business School, nos deja reflexiones como que “la humanidad tiene que desarrollar una fuente de energía segura y virtualmente limpia”. O que en pleno siglo XXI “no podemos utilizar fuentes de energía del siglo XIX”, como el carbón. Apuesta por que “todos contribuyamos a tener un mundo más limpio” y por la educación y formación de los jóvenes con el apoyo firme de sus docentes. Asegura también que “el fenómenos de Lagos” es digno de estudio por la cantidad de profesionales con carrera que estudiaron allí en su generación. “No por ser de un sitio pequeño te tienes que quedar allí”, apunta. También tiene un mensaje para los conspiranoicos y negacionistas: que estudien y se liberen de prejuicios, que investiguen alejados del fanatismo. Por último, y casi reflexionando en voz alta, se considera profeta en su tierra.
– Como se suele decir, empezamos por el principio. ¿Qué lleva a una niña de Lagos a elegir estudiar esta carrera que te lleva a donde estás hoy?
– Bueno, algunas veces uno elige y otras la vida te lleva a los sitios; es una buena combinación. Yo quería ser física, me gustaba la ciencia y tenía claro que quería estudiar para entender los procesos de la naturaleza. Principalmente, eso fue lo que me llevó a estudiar la carrera, aunque también me gustaba la economía y el mundo de la empresa. De hecho, me sigue gustando, e hice un máster en administración y dirección de empresas. Terminándolo me surgió la oportunidad de hacer el doctorado en Física de Materiales en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). En el laboratorio empecé a trabajar con materiales para fusión, y ahí, realmente, se puede decir que fue cuando empezó todo.
– ¿Y qué recuerdos guardas de tus primeros años en Lagos? Cuéntanos cómo era tu infancia.
Lagos era un pueblo pequeñito. Por supuesto, en aquellos días no había internet ni nada parecido. Si querías algún tipo de información, lo más fácil y lo único disponible (más que fácil) era coger un libro de la biblioteca y poco más. Lagos, además, está lejos de Vélez Málaga o de Torre del Mar. Tenías que ir allí en coche, que alguien te llevara y demás; era todo complicado. Pero teníamos en Lagos una maestra que nos animó muchísimo a todos los niños a estudiar. No física en particular, sino cualquier carrera universitaria. Nos pedía que prosperáramos, y de hecho muchos de mi generación a los que dio clase esta señora, tenemos carreras universitarias distintas, y somos físicas, médicos, economistas, maestros… Aquello que ocurrió entonces en Lagos es un fenómeno interesante de estudiar.
– ¿Cómo se llamaba ella?
– Ascensión Zamora Moreno. Se jubiló y poco después cerraron el colegio, que era pequeñito, una escuela capilla. Luego ya en el colegio de El Morche los niños jugábamos, intentábamos hacer experimentos de los que veíamos en los programas educativos de la televisión… De hecho recuerdo que en la tele en aquellos días había programas de cosas así, para enseñar a los niños cosas de ciencia y demás. De cualquier forma, era un sitio humilde, con muy pocas posibilidades. Pero bueno, le echábamos imaginación y teníamos, por lo menos la gente que yo conocí, la idea de estudiar, de aprender… Y cada uno fue prosperando en su área. No porque vengas de un sitio pequeño te tienes que quedar a allí.
– Luego llega el instituto, el Jorge Guillén de Torrox, otra etapa muy importante en tu vida. ¿Cuáles son en este caso los recuerdos? ¿Eras la típica empollona?
– No tengo esa sensación. Además, al Jorge Guillén venía gente no sólo de Torrox, sino también del propio Lagos, de Cómpeta, y de otros sitios cercanos. Había gente bastante buena. De hecho, me acuerdo de unos chicos de Cómpeta en mi curso que eran increíbles. Había gente que, efectivamente, quería estudiar, que tenía mucho talento. No era tanto que hubiera empollonas o empollones, es que había gente que estudiaba y que le iba bien. Además, recuerdo algunos profesores muy entregados a la causa para que nos fuera bien a todos en Selectividad, para que sacáramos buenas notas. Me acuerdo de Alberto, que daba dibujo técnico, o de María José Collado que impartía filosofía. Por ejemplo, ella estaba siempre muy pendiente y te ayudaba con resúmenes y demás. Sí, había profesores que te ayudaban y que querían que prosperaras. En esa edad es muy importante, y más en aquellos días que, te repito, no había nada para enterarte de cosas de fuera de aquí porque no había internet. Con el tiempo ce di cuenta de que lo que hay que hacer es darles a los adolescentes de esa edad opciones e información. Había menos medios y aun así salimos adelante porque siempre había alguien que te ayudaba. Recuerdo también otro profesor, Manolo Ruiz, que falleció hace poco y que era otra persona que te ayudaba, que te orientaba, que te animaba… Afortunadamente, siempre encuentras a gente que te eche una mano en el colegio, en el instituto, en la facultad o en tu vida profesional, y eso, al final, cuenta.
– Después llegan los estudios superiores y a partir de ahí se dispara un poco todo, ¿no?
– Tanto como dispararse no sé; las cosas llevan su tiempo. Yo hice el Master in Business Administration (MBA), y cuando lo estaba acabando, una amiga de la carrera me dijo que estaban saliendo unas becas de doctorado en un centro de investigación energética en Madrid, donde estudiaba y vivía. Me comentó que las pidiera porque sabía que me gustaba esa materia. Efectivamente, me dieron la beca de doctorado en el Laboratorio Nacional de Fusión del CIEMAT, en el laboratorio de materiales, y ahí empecé el doctorado. Tuve la inmensa suerte de que mi director de tesis, un señor inglés pero afincado en España, Eric Hodgson, me ayudó y enseñó muchísimo, abriéndome, además, puertas a nivel internacional. Las primeras charlas que di en conferencias me las proporcionó él, y luego cuando acabé el doctorado y me fui de “postdoc” a Bélgica, él me ayudó también muchísimo. Siempre he estado en contacto y sigo estando en contacto con él. Al final tu vida depende mucho de lo que tú hagas, por supuesto, pero también de la gente que te rodea, personas mayores que tú que te abran puertas y te ofrezcan posibilidades. Luego las tienes que explotar, eso es cierto, pero siempre agradezco a cualquier que lo haya hecho así que me haya abierto una puerta y me haya ayudado en lo que fuera. Ahora yo intento ayudar también a la gente en todo lo que puedo.
– Precisamente, hablamos del ahora, ¿en qué trabajas a corto y medio plazo? ¿Cómo es tu vida?
– Pues mira, es complicado. Yo antes vivía en Viena, trabajaba en la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Tenía allí mi despacho, iba por la mañana y hacía videoconferencias, estudiaba documentos o cualquier tarea similar y también viajaba. Ahora que vivo aquí en Torrox Costa, pues hago exactamente lo mismo. Me levanto por la mañana, voy a mi despacho, que está en mi casa, y realizo videoconferencias. Algunas veces con Japón a las tres de la mañana; otras veces con Estados Unidos a las ocho de la tarde. Bueno, también otras a horas más normales, con los ingleses o con quien sea. La fusión es algo muy internacional y ha habido siempre mucha colaboración porque hace falta, por la propia naturaleza del tema. Es algo muy complejo, y un laboratorio solo en el mundo no puede solucionarlo, por lo que siempre ha habido mucha colaboración internacional y todos estamos muy conectados. Esto se replica ahora con las videollamadas y tienes que hablar con compañeros en Estados Unidos, en Reino Unido, en Alemania, en Suiza… Eso te lleva mucho tiempo. Como sabes, soy directora de un programa, tengo gente trabajando en Europa, en Reino Unido y en Estados Unidos, y tengo que hablar con ellos, ver lo que estamos haciendo, los resultados, los documentos que estamos preparando, la próxima conferencia, lo que sea que vayamos a mandar y eso te lleva mucho tiempo. Por supuesto, también tienes que estar al día de lo que pasa y de lo que no pasa, hacer investigaciones sobre lo que se cuece en todo el mundo… Tienes que estar leyendo documentos continuamente, actualizándote, y preparando ponencias o preparando lo que haya que preparar. Llevo con el mismo estilo de trabajo diez años por lo menos ya.
– ¿Y qué podemos esperar los ciudadanos de a pie de la investigación en tu especialidad, en la fusión nuclear? ¿Qué puede significar para nuestro día a día?
– Creo que los ciudadanos de a pie deberíamos o deberían pedir más, porque se pagan impuestos, se forma gente y es una oportunidad que la humanidad tiene de desarrollar una fuente de energía segura y virtualmente limpia. No podemos dejar pasar esta oportunidad, y la sociedad debe insistir a los políticos, que al final son los que toman las decisiones y que proporcionan que haya un marco para que se creen empresas que desarrollen la fusión; es decir, que efectivamente se apoye y se haga, de la misma forma que tenemos que apoyar que haya una cura contra el cáncer o cualquier otra cuestión similar, porque es igual de importante. La sociedad necesita cada día más energía: todo el mundo quiere tener su aire acondicionado, todo el mundo quiere que su red de internet funcione bien, todo el mundo quiere comprar online y que le vaya bien, y eso es energía. Al final todo eso funciona con energía, y a día de hoy necesitamos nuevas fuentes. No podemos conformarnos con quemar carbón, y tenemos que hacer algo mejor que no contamine con nuevos avances en tecnología. Hay que lograr que todo sea mucho más eficiente mediante nuevas fuentes de energía, porque estamos en el siglo XXI y no podemos utilizar fuentes del siglo XIX. Esto es una vergüenza: en el siglo XIX quemabas carbón porque era lo que había, pero es que estamos en el siglo XXI y no podemos permitirlo a estas alturas. La humanidad ha avanzado mucho más que eso como para seguir quemando carbón. Tenemos que buscar tecnologías nuevas que sean más respetuosas con el medio ambiente y que proporcionen más cantidad de energía. Justo eso es lo que representa la fusión.
– ¿Y esto se lo terminan de creer los gobiernos?
– Pues mira, quizá los expertos en fusión también deberíamos educar más, porque algunas veces lo peor no es que se lo crean o no, es que no están al tanto, no lo saben, y es algo que en el programa que dirijo intento hacer. Pero no sólo en mi programa; en otros, como por ejemplo en el ITER (el experimento de fusión más grande del mundo) o en EEUU, el gobierno ya está bastante al tanto de lo que es la energía de fusión y sus posibilidades. Todos los que estamos trabajando en fusión tenemos que hacer el esfuerzo de comunicar el mensaje, de enseñar, de discutir sobre qué problemas tiene o qué ventajas ofrece y qué condiciones tiene y cómo podemos alcanzarlas. Cuando sean capaces de ver las posibilidades que esto representa, yo quiero estar ahí, como ocurre con los inversores privados. Los hay de Japón, de China, de Oriente Medio, americanos o ingleses que han visto un futuro ahí y han puesto su dinero. Hablamos de personas que no sabían nada de fusión, pero han investigado el tema, lo han visto, y han dicho: yo quiero contribuir porque creo que esto va a revolucionar el mundo. Eso es lo que nos falta, esa difusión del mensaje, porque el ánimo está, pero, claro, falta camino por recorrer. Tengo ánimo de mejorarlo, pero ya es un principio.
– Cambiando un poco de asunto. Hablando con alguien como tú, no puedo dejar de pasar la oportunidad de preguntarte por los negacionistas, los conspiranoicos, los terraplanistas… ¿Cómo se afronta esta problemática desde la ciencia?
– Verás. Uno no puede convencer a un terraplanista de que la tierra no es plana, se tiene que convencer él. Mi mensaje es que estudien, que se liberen de prejuicios y que miren la información desde un punto de vista científico. Y a partir de ahí, tienen que hacer un trabajo de reflexión. Si luego siguen pensando lo mismo, enhorabuena. Pero es que además muchas de las personas que opinan así, no son científicos ni se acercan a la ciencia: hablan de oídas. No sólo eso, ya que las teorías de la conspiración siempre tienen un atractivo para ellos; es como si les estuvieran engañando. Se meten en una novela y no viven el mundo real. Cuando me encuentro con alguien así, le digo: elimina los prejuicios e investigad y leed por vosotros mismos. Si después de todo eso seguís pensando lo mismo… pues no sé. En el tema de la energía, del cambio climático y asuntos parecidos, hablaba hace poco con unos amigos, sobre cómo convencer a estas personas sobre lo que piensan. Les decía, mira, olvídate del cambio climático, olvídate de todo lo demás, ¿tú entiendes que utilizas hoy mucha más energía que una persona hace 50 años y que una persona hace 100 años? ¿Tú entiendes que en África hay gente que tiene derecho a tener aire acondicionado, a tener todo lo que tú tienes, como internet o teléfono móvil? ¿Tú entiendes que para eso necesitas producir nuevas fuentes de energía y que esas fuentes no pueden estar contaminando? Porque claro, quieres tener árboles, quieres tener ríos, quieres tener agua, quieres poder respirar el aire… Todo ello independientemente de que haya cambio climático o no. ¿Tú entiendes que eso necesita un desarrollo y que esa necesidad de energía a día de hoy es acuciante porque el primer mundo demanda más energía y el tercer mundo se está desarrollando? No le puedes decir a esta gente, no, mira, tú no te va a desarrollar porque es que si no, contaminas mucho: también tienen derecho. Tendremos que dar una respuesta a eso independientemente del cambio climático. Si a todo le sumamos ese cambio climático con olas de calor, olas de frío o lluvias torrenciales, es que tienes que estar muy ciego para no verlo. Y si aun así sigues sin hacerlo, pues mira, esto ya no tiene solución, porque ya hablaríamos de fanatismo. O sea, a un fanático tú no lo convences, mientras que a una persona que tenga algo de racionalidad, le presentas hechos, le explicas y sí que puede entenderlo. A un fanático no; si estás en la categoría de fanático, has perdido las opciones, pero cualquier persona inteligente y que se ajuste a los hechos lo puede ver.
– Volviendo al ámbito más personal, una vez hechas estas reflexiones tan interesantes, llevas siempre a la Axarquía, a Málaga y a Andalucía por bandera. Me contaste en una ocasión que fuera de España conocen mucho de nuestros productos.
– Pues sí, al final acabas teniendo amigos por todo el mundo. Eso está muy bien. De hecho, cuando voy fuera, por ejemplo, a China, te regalan té. O si voy a Japón, arroz de Aomori (el «Seiten no Hekireki”) porque se supone que es la provincia donde tienen el mejor. Y cuando eso ocurre, les llevo tortas de Algarrobo, vino Botanic, queso payoyo de Cádiz, dependiendo del sitio jamón… Bueno, esto ya es más complicado (risas). Pero sí, siempre me gusta llevar productos de aquí porque son espectacularmente buenos y les gusta. Incluso me piden expresamente alguna vez, como por ejemplo, mermelada de mango. Para mí también es una forma de decirles, venid aquí, a la Axarquía. De hecho, muchos de mis amigos o conocidos vienen y siempre intento quedar con ellos. Hace poco quedé con una señora americana de Wisconsin que conozco y que estaba por aquí. Es una forma de, digamos, hacer patria, de decirles, oye, que tenemos cosas muy buenas y que merece la pena venirte por aquí.
– Bueno, y para terminar, un deseo de futuro, ya sea personal o profesional de cara a la sociedad.
– Pues mira, soy muy partidaria de que la sociedad se conciencie de la necesidad de que todos contribuyamos de una forma u otra a tener un mundo más limpio, donde se contamine menos cada uno desde su rincón, donde se recicle más, donde se aproveche más, donde se implanten nuevas tecnologías que te faciliten la vida. Evidentemente, la fusión es una de ellas, pero siempre digo que no es lo único, es una de ellas, es una opción. En el futuro tiene que haber una combinación de energías limpias que se adapte a las necesidades o a las posibilidades de cada lugar y de cada sitio de la mejor forma posible. Reitero que no estamos en el siglo XIX, que estamos en el siglo XXI. Tenemos el reto como especie humana inteligente de hacerlo mejor, no nos podemos conformar. Eso de la misma forma que no nos podemos conformar con que haya enfermedades sin cura y ya está: tenemos que buscarla. Y en el tema de la energía o en el otros aspectos similares no podemos ni debemos conformarnos, tenemos que presionarnos e ir a mejor. Y otra cosa en la que siempre hago mucho hincapié es en que la gente joven se eduque y se forme. Si tú no tienes una formación hoy en día, si no tienes una educación, que te va a proporcionar satisfacción personal y luego una carrera profesional, estás perdido. El pueblo, la comunidad, el país tiene que concienciarse en que la gente tenga (sobre todo jóvenes, niños y adolescentes) una formación y que vean un futuro, una carrera profesional, algo a lo que dedicar su vida. Todo esto, de igual forma, ayuda a los demás, va a formar camino.
– Pues Sehila, muchísimas gracias por atendernos. Por supuesto, seguimos en contacto. Ya nos conocemos (risas). Tenemos una relación en común a través de Vélez-Málaga y de Torrox. Esperamos saber mucho y bueno de ti siempre.
– Muchas gracias a vosotros. Se dice que nunca se es profeta en su tierra. Pues no es cierto, no es cierto.