Queridos devotos de la Virgen de los Dolores de Iznate,
Este Viernes de Dolores es nuestra fiesta, y aunque este año se vista con otros colores, el corazón de la fiesta no se cancela. Su esencia permanece intacta. Este año nuestro septenario ha sido en familia, vuestro altar, como he visto algunas fotos que me habéis enviado, ha estado en vuestra casa, habéis acogido a María en vuestro hogar… Habéis hecho de vuestra morada un pequeño templo. Hasta he escuchado los cantos, de adultos y niños, que le habéis regalado de corazón cada día, a nuestra Madre del cielo.
Al fin, si lo pensamos bien, hemos dejado de lado nuestras ideas de cómo mejor honrar a nuestra Patrona y nos hemos puesto en sus manos, para honrarla como Dios lo ha permitido este año.
Nuestra devoción, no se ha visto empequeñecida ni un ápice, al contrario, el amor a la Virgen de los Dolores probablemente se ha reforzado allí dentro, en lo íntimo de nuestra alma, cada vez que meditábamos aquellos dolores que punzaron su Corazón Santísimo. Quizá en el silencio de nuestro aislamiento pudimos caer en la cuenta de que esas espadas de dolor no tienen otro motivo que el pecado, el alejamiento de la fuente de bien, de los sacramentos, de la oración, de la Iglesia que es simple instrumento entre el cielo y la tierra.
En este día de fiesta, Virgen de los Dolores, nosotros te celebramos. Hacemos fiesta desde la familia, desde el corazón, desde un profundo deseo de aquello que más quieres: nuestra cercanía a tu Hijo, Camino Verdad y Vida de la existencia humana, sentido de la historia.
Engañoso sería llevar el nombre de devotos, si tu Hijo no es nuestra guía, nuestro modelo a imitar, nuestra fortaleza en toda adversidad. Engañoso sería honrarte, sin estar convencidos de que tu Hijo hoy vive, y es la salvación del mundo. Poco te honraríamos, si tu mismo Hijo queriendo venir a nosotros en cuerpo y alma sacramentado, fuera por nosotros ignorado.
Nuestro rendido homenaje a ti, Virgen de los Dolores, por ahora se ha quedado en lo esencial, por ahora lo vivimos desde nuestra interioridad, con amor, con fe, y sobre todo con la esperanza puesta en Ti, que nos permitirás pronto ver la luz del día en que podamos expresarte, con mil campanadas, vivas, cohetes, el canto en coro y sobre todo la celebración comunitaria del Misterio más amado por Ti, el misterio de la Cruz que se hace presente en el altar.
A tus manos Santísima Virgen de los Dolores, encomendamos el alma de aquellos que en estos días han sido llamados por el buen Padre; en tus manos ponemos nuestra vida, el mundo entero y el destino de nuestra nación. Acógenos, guíanos y condúcenos al bien que tu deseas para cada uno de nosotros.
