Menos del 1% de los niños que han nacido en el último año, lleva el apellido materno como primero

Hace un año que el apellido paterno dejó de ser preferente por ley en España. De esta manera se cumplía con una iniciativa en favor de la igualdad entre las madres y los padres, que desde entonces están llamados a consensuar el orden de los apellidos de sus recién nacidos. Sin embargo, la libre elección de apellidos apenas ha alterado la tradición de optar por el paterno en primer lugar, según 20 Minutos.es.

Según datos facilitados por el Ministerio del Interior, de 401.786 niños inscritos en los registros civiles españoles con la nueva norma en vigor, solamente 1.912 (0,47%) llevan como primer apellido el de la madre. El sistema español derogó la preeminencia del apellido masculino el 30 de junio de 2017, pero antes ya era posible inscribir a los recién nacidos con el apellido materno, en concreto desde el año 2000. Para ello los progenitores, de común acuerdo, debían solicitar el cambio del orden de los apellidos ante el juez de su jurisdicción civil.



De esta manera, en diez años subió el número de bebés inscritos con anteposición del apellido materno desde 870 (en 2007) a 2.953 (en 2016), el último año completo con estadística cerrada. Aunque hayan subido cinco décimas en diez años los apellidos maternos, del 0,20% al 0,76% en 2017, siguen siendo todavía una minoría muy minoritaria las madres o las parejas que optan por darles una prioridad al linaje materno.

La filósofa feminista Ana de Miguel, cuyas dos hijas llevan su apellido en primer lugar, considera que estos datos evidencian la diferencia que existe entre la igualdad legal y la igualdad real de género en España. «Hay igualdad formal, pero no real. Las mujeres todavía no están en disposición de negociar con sus parejas este aspecto, como tampoco lo están para negociar otros como quién se encarga de los cuidados de los niños o de hacer las cosas en casa». De Miguel considera que vivimos en «el patriarcado del consentimiento», es decir que las mujeres consienten que sus hijos lleven el apellido paterno para no iniciar un conflicto primero con la pareja y después con el entorno social inmediato.

En la mayoría de los países del mundo el apellido del hombre es el que prevalece sobre el de la mujer a día de hoy. En los países anglosajones y nórdicos es el único que figura en el registro oficial. Los países hispanohablantes imponen a los recién nacidos ambos apellidos, pero con el de la madre prioritariamente en segundo lugar. De vuelta a España, la media nacional con la nueva normativa está en 0,5%, pero hay importantes diferencias regionales. Los datos facilitados por el Ministerio del Interior sobre anteposición del apellido materno revelan que el País Vasco, La Rioja y Galicia doblan la media con porcentajes alrededor del 1%. En el lado contrario de la balanza, sorprende el bajo porcentaje de Aragón (o,11%), de la Comunidad de Madrid (0,22%), y de Andalucía (0,28%). De Miguel cree que ese 0,5% de parejas españolas que han optado en los últimos 11 meses por poner el apellido materno en España lo han hecho fruto de una conciencia feminista, de una conciencia política.

«Quieren dar a su hijo o hija la idea de una sociedad transformada para la igualdad». Entre los principales obstáculos, recuerda la filósofa, no siempre está la pareja, que puede estar más o menos de acuerdo, sino la familia extensa, y sobre todo la figura del abuelo paterno, que «no suele tolerar que se cambie su apellido y se pierda». De Miguel considera que más que echarlo a suertes, como hacen algunas parejas, lo que debería suceder cada vez más es que «los hombres dieran un paso adelante y reconocieran que su pareja, la mujer, es quien lleva dentro de su cuerpo al bebé nueve meses, la que se arriesga a perder el empleo, la que tiene que pasar por el parto, cambian sus hábitos de vida»… Y sobre ellas se pregunta: «¿Es que las mujeres no desean que sus hijos lleven su apellido en primer lugar?». «Parece que no», se responde. Aun así, la experta considera que irán subiendo los casos, conforme más se conozca la posibilidad de poner los apellidos de las mujeres por delante. «Cuando te informas de la posibilidad, te abres a la reflexión».

 




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