El telescopio robótico de La Mayora en Algarrobo, pieza clave en la red de Meteoros de la UMA malagueña

La Universidad de Málaga (UMA) cuenta, gracias a un convenio de colaboración con la Sociedad Malagueña de Astronomía, con una Red de detección de Bólidos y Meteoros, guardianes del cielo 24 horas al día durante todo el año que está dirigida por el investigador Alberto Castellón.

La Universidad de Málaga (UMA) cuenta, gracias a un convenio de colaboración con la Sociedad Malagueña de Astronomía, con una Red de detección de Bólidos y Meteoros, guardianes del cielo 24 horas al día durante todo el año que está dirigida por el investigador Alberto Castellón.



Esta red tiene diversas estaciones por toda la península, en el norte de Huelva; en Sierra de Fuentes (Cáceres); en El Viso de los Pedroches de Córdoba; en Jaén pero también en el Pirineo de Lérida; en Villaverde del Ducado (Guadalajara) o en Valpuesta (Burgos). También observatorios en El Torcal de Antequera (Málaga) y en Muñás de Arriba (Asturias). En muchos casos con la colaboración de sociedades astronómicas y algunos ayuntamientos.

Además, según ha explicado Alberto Castellón, cuentan con cámaras de todo el cielo de la red global del Instituto de Astrofísica de Andalucía y de la red de telescopios robóticos Bootes, que tiene dos observatorios en España: Mazagón (Huelva) y La Mayora, en Algarrobo. También hay en San Pedro Mártir, en México; en Nueva Zelanda y en breve se montará otro en Sudáfrica.

Estas herramientas permiten conocer la trayectoria atmosférica, la órbita de procedencia, calcular la velocidad, detalles técnicos, etcétera, todo ello gracias a las cámaras de imágenes y también de vídeo.

Castellón, que ha participado en varios estudios internacionales, como el que hace meses detectó la explosión más enérgica del universo junto a otros profesionales, ha explicado que hay que distinguir entre meteorito y entre estrella fugaz o meteoro –fenómeno luminoso que dura fracciones de segundo–. Cada uno tiene sus características propias y gracias a la labor de la red se pueden conocer en tiempo real, la zona de caída e incluso organizar una expedición de búsqueda.

Según ha puntualizado, no es habitual la caída de meteoritos, de hecho, en España en este siglo han caído tres que se hayan visto «con su bola de fuego correspondiente». Admite este investigador que España es un terreno complicado: «En un desierto de Atacama o en el norte de África es mucho más fácil de encontrar porque apenas hay vegetación».

Esta Red de Meteoros de la UMA y la Sociedad Astronómica comenzó en el año 2006 una sola estación y poco a poco en la península ya cuenta con 13, incluidas las dos de la red global Bootes. «Cubrimos toda la península, todo lo que entre en ella lo vamos a ver; igual que en la parte sur de Francia y lo que esté en el norte de Marruecos», ha explicado, añadiendo que las estaciones trabajan todo el año de forma automatizada.

Existe una comisión mixta de seguimiento integrada por profesores de la UMA y de la Sociedad Malagueña de Astronomía sobre esta red. Castellón ha subrayado que la red de estaciones permiten estudiar el espectro del bólido, es decir, la firma química del mismo, los compuestos para conocer la composición del meteoro.

Las estaciones trabajan continuamente, toda la noche y durante todo el año; lo hacen de manera autónoma y aportan datos continuamente, ha sostenido, al tiempo que ha apuntado que llevan más de 3.000 meteoros procesados, lo que supone «una ingente cantidad de información acumulada que permite hacer estudios sobre tubos cometarios, por ejemplo».

Las cámaras de la Red de Meteoros está en reposo durante el día, aunque existe el software desarrollado para detectar bólidos diurnos y dentro de poco se pondrán en funcionamiento. Actualmente dichas cámaras están esperando que el sol descienda diez grados bajo el horizonte para activarse y vigilar, de manera que cuando detectan un meteoro hacen una grabación.

Se trata de estaciones robóticas que responden a estímulos externos: si la temperatura se acerca a menos de un grado de punto de rocío se enciende un sistema de calefacción para disipar el posible rocío sobre la óptica. Igualmente, si la temperatura es muy elevada se activa la refrigeración para que la electrónica y las ópticas no sufran las temperaturas. Por las mañanas estas detecciones se suben a la nube y se procesan, ha explicado el experto de la UMA.

Respecto al mantenimiento de las estaciones de la Red de Meteoros ha indicado que no requieren mucho gasto, al contrario que los observatorios de Bootes que sí lo demandan por el número de ordenadores, la cúpula, los telescopios, la estación meteorológica, etcétera.

La basura espacial, «un problema grave»

Una de las formas de financiación de esta red, además de los fondos públicos de la UMA es la vigilancia de la basura espacial. En Europa, ha explicado el experto, hay un consorcio de ocho países, entre ellos España, que se dedica a esto.

«La basura espacial, de un día para otro, cambia», ha dicho, aclarando que hay dos tipos de vigilantes: los que la buscan y los que vigilan la ya encontrada, como es su caso. Esto último está financiado por los propios fabricantes, «a los que les interesa saber dónde están sus satélites -que cuestan bastante dinero-, de manera que quieren conocer si se sale de donde debería estar para saber si merece la pena enviar una orden para que se reposicione o dejar que se reposicione solo».

Gracias a este sistema el pasado año se evitó la colisión de bastantes satélites con la basura espacial, que ha calificado como un «problema grave», de ahí el trabajo de seguirla y vigilarla. «A nosotros nos mandan una lista de satélites que hay que observar de tal hora a tal hora, enviándose las órdenes a los telescopios correspondientes».

El que más trabajo tiene es el de México y también el de Nueva Zelanda y menos el de La Mayora en Algarrobo por la visibilidad. El experto ha indicado que últimamente les están mandando vigilar asteroides próximos a la Tierra, que también se hace desde el de Algarrobo costa «aunque el cielo no es tan bueno por las fuentes de contaminación lumínica cercana, por la costa de Vélez-Málaga y Algarrobo«.

Precisamente, ha indicado que siguen contando con este observatorio malagueño porque tienen la «esperanza» de que mejore la situación con el reglamento de la Junta de Andalucía «que lleva más de un año redactado» y que espera que entre en vigor en breve. «La contaminación lumínica es un problema que no se está contrarrestando», ha criticado.

En este punto, el profesor ha lamentado que existan unas directrices generales de la Unión Europea, que cada gobierno europeo tenga otras directrices y, después, cada comunidad autónoma realice su propia legislación. «La luz no se para en Despeñaperros, el hongo de la contaminación lumínica de Madrid se ve desde Guadalajara, desde Toledo y un montón de sitios», ha apostillado, agregando que la situación es «preocupante en la región -andaluza- y no sé si cuando entre en vigor el reglamento la situación se va a poder revertir ya».

«No es un problema que se pare en una frontera», ha especificado Castellón, quien ha incidido en la importancia de atender, y rebajar, la contaminación lumínica: «En Andalucía hay ayuntamientos que se lo toman en serio y contratan empresas medioambientales para que hagan un estudio de la iluminación del término municipal pero están mucho más preocupados por el gasto que por la propia contaminación».

En este sentido, ha opinado que no es normal que por las noches los monumentos estén iluminados: «Se ven muchas barbaridades». Además, ha advertido de que pese a las bondades del LED, «si se usa mal puede ser mucho peor» y mayor la contaminación. Así se ha referido a lo perjudicial que es el LED blanco, «muy barato pero gasta mucha luz y contamina mucho»; y que existe uno ámbar que es más caros pero contamina mucho menos.

«Se puede ahorrar y contaminar menos a la vez si se hace bien», ha dicho, incidiendo en esas «barbaridades», señalando que hay que poner horarios: «Que llegada una hora los monumentos se apaguen, no hay por qué esquiar de noche o encender reflectores en un campo de fútbol para que cuatro le den a un balón. Son cosas que hay que pensar».

 

 



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