El presunto asesino de María Adela: «No recuerdo lo que he hecho, he bebido mucho»

Información Procedente de Diario Sur

La policía lo localizó en Marbella tras matar de 30 puñaladas a su pareja en La Viñuela y darse a la fuga. En el control de alcoholemia dio negativo. Tenía siete denuncias previas por malos tratos a dos parejas anteriores, por las que fue arrestado hasta seis veces



María Adela Fortes Molina se convirtió ayer en la primera víctima mortal de la violencia machista en la provincia de Málaga en 2018. Tenía 44 años marcados por la tragedia que supuso perder primero a su marido y, después, a su hijo pequeño, que falleció hace dos meses por una enfermedad degenerativa.

El mazazo de la pérdida de su hijo le llegó cuando apenas acababa de iniciar una relación sentimental. Se la veía ilusionada, aunque sus vecinas le advirtieron de que tuviese cuidado, porque no lo conocía de nada. Todo lo que se puede conocer a alguien que entró en su vida a través de las redes sociales. Aquel hombre que decía ser policía, pero que en realidad tenía siete denuncias previas por malos tratos a dos parejas anteriores, se convirtió el lunes en su verdugo.

Eran las nueve de la noche y su suegra, que nunca dejó de serlo, subió a su casa a verla. Los padres de su difunto marido viven en el mismo inmueble, solo que en la planta baja, que es independiente de la de arriba, donde hacía su vida María Adela. Una vivienda humilde de la calle La Cuesta, que toma su nombre de la pronunciada pendiente que corona Los Romanes, un núcleo de casas diseminadas perteneciente a La Viñuela.

La vivienda más cercana está aún en el esqueleto, a medio construir. La siguiente queda ya a 20 metros, un mundo en el silencio de la noche del campo axárquico. Además, sus suegros habían salido, de ahí que nadie escuchara lo que ocurrió entre las paredes del domicilio de María Adela, que vivía sola, ya que su hijo mayor se emancipó y reside en el núcleo veleño de Torre del Mar con su novia.

Al volver, su suegra llamó a la puerta y, como no respondía, entró a echar un vistazo. La encontró en el suelo del dormitorio, tumbada de costado sobre un charco de sangre. El interior de la casa estaba revuelto. La mujer avisó rápidamente a los servicios de emergencias. Los médicos sólo pudieron certificar la muerte, que era de etiología violenta, aunque en un primer momento no pudieron precisar más. El examen forense reveló que la víctima presentaba una treintena de puñaladas, lo que confirmaba que había sido asesinada. El hijo de María Adela contó a los investigadores de la Guardia Civil que la tarde del lunes, sobre las seis, vio al novio de su madre, José Manuel Olea (47 años), abandonar la calle La Cuesta en su vehículo. En la inspección ocular, los agentes detectaron un reguero de sangre que salía de la vivienda y que conducía hasta el lugar donde el sospechoso había tenido estacionado su coche esa tarde.

Aquella pista hizo que la Guardia Civil se decantara por la hipótesis de un crimen machista. El Centro Operativo de Servicios (COS) de la Comandancia coordinó un amplio operativo para tratar de localizar a Olea, difundiendo a todas las unidades el modelo y la matrícula del vehículo en el que se desplazaba. El presunto asesino tiene domicilio en Marbella, por lo que, además, se avisó a las patrullas de la Policía Local de la ciudad.

Uno de los agentes que escuchó la alerta apuntó las características del coche. Estuvo patrullando toda la noche, pero no hubo suerte. Casualmente, al acabar el turno, cuando el policía local regresaba a su domicilio, se cruzó con el vehículo en la avenida General López Domínguez. El funcionario empezó a seguirlo discretamente y avisó a sus compañeros para cantarles su posición por radio y hacerle una encerrona. Otra unidad le cortó el paso y lo interceptó en la calle Juan de la Cierva.

Al volante del coche iba José Manuel Olea. Cuando los agentes se acercaron para identificarlo, observaron que estaba ensangrentado. Aunque ya lo sabían, le preguntaron qué le había sucedido. Él respondió: «No recuerdo lo que he hecho, he bebido mucho». Los policías locales decidieron comprobarlo y lo sometieron a la prueba del etilómetro. Dio un resultado de 0,0. El presunto asesino fue detenido. Los agentes no tardaron en ir descubriendo su pasado, que seguramente su víctima desconocía: Olea tenía siete denuncias previas por malos tratos a dos parejas anteriores, por las que fue arrestado hasta seis veces. No obstante, sólo una de ellas seguía activa, eso sí, con una orden de alejamiento. No consta que alguna de esas denuncias fuese de María Adela.




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