Los balates de la Axarquía, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

La Unesco elige los muros de piedra seca en España y otros siete países como Patrimonio de la Humanidad

El arte de construir muros en piedra seca, tradicional en zonas rurales de Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, España y Suiza, ha sido inscrito por la Unesco en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este tipo de muros está presente en numerosas provincias de España, y en la Axarquía tiene su más visible concreción en los llamados balates, pequeños muros de piedra seca (sin hormigón ni aglomerante) que los agricultores han venido haciendo desde hace siglos en los cerros y colinas de la comarca de la Axarquía.



El Comité de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco consideró que «los muros de piedra seca desempeñan un papel esencial en la prevención de corrimientos de tierras, inundaciones y avalanchas». Una candidatura que por parte de España incluye a nueve comunidades autónomas en las que este arte está presente: Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cataluña, Extremadura, Galicia y Valencia.

Estas estructuras no hacen daño al medio ambiente y son «un ejemplo de relación equilibrada entre el ser humano y la naturaleza», según la Unesco. Además de servir en la prevención de desastres naturales, también contribuyen a luchar contra la erosión y desertificación, a mejorar la biodiversidad y a crear condiciones microclimáticas propicias para la agricultura.

Pare el colectivo de la Axarquía, Gena -Ecologistas en Acción, uno de los rasgos más notables del paisaje de la Axarquía es la agricultura en laderas, frecuentemente de pendiente superior al 20% que los manuales de agricultura desaconsejan para cultivos.

«El pasado y el presente de la Axarquía no hubiera podido sostenerse de no haberse implantado un modo de agricultura en suelos tremendamente difíciles de labrar y de cultivar. Esto fue posible gracias a los balates, unos muros de pequeña altura que se construía siguiendo las curvas de nivel de los cerros, apilando piedras del lugar (de esquistos en la parte baja de la Axarquía, de caliza en la parte alta de la misma comarca), procurando encajarlas entre sí, utilizando fragmentos (“ripio”) para los huecos, pero nunca usando argamasa alguna, es decir, eran construcciones en seco», ha explicado el representante del colectivo Rafael Yus.

De esta forma se conseguía una estrecha terraza que se llenaba de tierra fértil que solían coger con mulos de los fondos de valle. De este modo, al mismo tiempo que lograban un pequeño terreno llano, donde las aguas pluviales podían remansarse y usarse para el riego natural, lograban evitar la pérdida de suelo por la erosión que provoca la escorrentía. Eran estructuras inestables, que todos los años había que reponer en algunos puntos donde se producían pequeños derrumbes.

Las investigaciones de GENA-EeA en esta comarca también han revelado el uso de esta técnica para la construcción de chozos, pequeños refugios para pastores y para mineros, para la construcción de pozos o ventisqueros de nieve, y viviendas humildes de campo o de montaña (ej. la famosa Casa de la Nieve, cerca de Maroma, estaba construida con esta técnica, así como numerosos apriscos para el ganado, caminos, etc.)

Según Yus, «la UNESCO ha valorado, con justicia el importante papel que han tenido estas estructuras en la prevención de deslizamientos, inundaciones y avalanchas, y en la lucha contra la erosión y la desertificación de la tierra, mejorando la biodiversidad y creando condiciones microclimáticas adecuadas para la agricultura, y también ha valorado su papel determinante en la configuración de paisajes culturales, como el de la Axarquía».

Terreno con y sin balates (fotografía de Gena)

GENA-Ecologistas en Acción ha defendido siempre estas estructuras y ha lamentado que «la falta de cuidados esté acabando con este rico patrimonio y por el cambio de la agricultura del policultivo de secano por los nuevos cultivos de subtropicales, que no ha querido conservarlos, cuando era posible» y recuerda que «el municipio de Arenas, donde el cultivo con balates estaba muy extendido, celebraba en los años 1990 el Homenaje al Balatero, una iniciativa del Ayuntamiento a la que esta asociación se adhirió con un emotivo pregón en el año 1997. Seguidamente, en el año 1999, publicamos una monografía sobre el Macizo de Vélez, que incluía un largo capítulo sobre la técnica de construcción de los balates. Importante fue también la iniciativa del Centro de Desarrollo Rural (CEDER) de la Axarquía en 2007, al incluir la Axarquía dentro la Iniciativa Interreg III-C en el que entraban varios países mediterráneos, y que plasmó, entre otras
actuaciones en un vídeo documental que elaboró GENA con un balatero de Arenas como protagonista.




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