La triste historia de Rosario, la mujer que murió en los lavabos de un supermercado de Vélez

A pesar de vivir en la calle durante dos años y de su conocida adicción a la droga, nadie hizo nada para ayudarla a tener una vida digna.

Pudo haber sido en una cuneta, debajo de un puente o en un banco del parque, pero, metáforas de la vida, Rosario, a sus 46 años, dejó su amargura en un retrete, allá donde va a parar la mierda, como la vida que le había tocado vivir.
Llegó hace dos años a Vélez-Málaga procedente de Almería, la última residencia que se le ha podido conocer. Durante todo este tiempo, vivía en la calle: sola, sin familia alguna. 
Su existencia era conocida tanto por los Servicios Sociales municipales como por la policía. Los  primeros, para ayudarle en lo posible a cubrir sus necesidades básicas del día a día; los segundos, por su amplio historial de toxicómana. 
Pero el sistema no va más allá y no llega a entender, aún hoy, que una persona sola, viviendo en la calle, sin ningún tipo de recursos y adicta a la droga, es presa de los males de la sociedad y aspirante potencial de fatídicos desenlaces.
Más de 700 noches durmiendo a la intemperie por las calles y alrededores de Vélez-Málaga. Sin un lugar fijo, quizás para no resultar molesta para la vista. Por las mañanas, pedía limosna. Para comer.  Y, para qué engañarnos, para saciar lo insaciable. Ahí sí tenía su lugar preferido. A las puertas del supermercado Mercadona de la calle Juan Barranquero, en pleno centro de Vélez-Málaga. A la vista de muchos, que entraban y salían con sus compras diarias. 
La imagen de Rosario era una gran paradoja. A su espalda,  nunca mejor dicho,  la otra cara de la vida. La de la gigante cadena de Juan Roig con más de 600 millones de euros de beneficios anuales.
Hasta que el pasado martes, al finalizar lo que para ella era su jornada de trabajo, accedió a los lavabos del establecimiento minutos antes de que cerrase.
Todo parece indicar que consumió. Pero son muchas las preguntas que quedan en el aire. Un indigente, hombre o mujer, en un supermercado, no suele pasar desapercibido para los miembros de seguridad. 
¿Nadie la vio entrar? ¿Nadie se preocupó de asegurarse verla salir? ¿Qué pasó realmente en el interior del baño? Aunque fuera de manera débil por su trance, ¿llegó a pedir ayuda? ¿Cuál fue la verdadera causa de la muerte?: ¿sobredosis?, ¿droga adulterada?, ¿acaso fue intencionado? o, ¿cualquier otra causa que no tuviera nada que ver con su adicción…?
Todo parece indicar que si no nos ha importado la vida de Rosario, mucho menos nos va a importar su muerte.
Para el sistema no deja de ser un número más del que ya no hay que preocuparse. El Ayuntamiento de Vélez-Málaga, tal como está preestablecido por ley para este tipo de casos, deberá hacer frente a los gastos ocasionados por su muerte. Será la última vez que Rosario suponga un coste para la sociedad. Su cuerpo será incinerado y sus cenizas depositadas en un columbario común. Rosario no será olvidada. Ha sido tan ignorada, que más bien parece que nunca ha existido.



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