Paseo central del cementerio de Granada
El nombre de esa familia estuvo -y estará siempre- íntimamente ligado al de las montañas de la Almijara y a su residencia solariega en Granada, el Palacete de Cázulas, así como a la historia, personalidad y memoria colectiva de la comarca. Ese vínculo extraordinario, lejos de olvidarse, ha perdurado en el tiempo hasta el día de hoy. Porque todavía se reviven con gusto, en corrillos y conversaciones privadas, los tiempos aquellos de «la señora marquesa» gracias a los recuerdos de algunas personas que trataron muy de cerca a los marqueses de Montanaro y en especial a la última representante de su linaje, la inolvidable María del Mar. La señora que, llegado el momento -y es de justicia reconocerlo al margen de otras opiniones, tergiversadas quizá por el paso del tiempo o por prejuiciosos puntos de vista, que ciegan más que revelan- tanto haría en favor de las gentes que vivían cerca y dentro de sus propiedades. Acerquémonos sin venda en los ojos a la figura de esta mujer única, sobre cuya personalidad y forma de ser tanto se ha hablado y tan poco se ha escrito. Acerquémonos no a la señora marquesa, sino a la mujer de carne y hueso que pensaba, sentía, acertaba y erraba, reía y lloraba tras los bruñidos ornatos de su título nobiliario. Acerquémonos, pues, a María del Mar.
Palacete de Cázulas y terrenos circundantes, antigua residencia de la familia de los marqueses de Montanaro, en la actualidad
El Palacete de Cázulas a principios del siglo XX. La propiedad apenas ha cambiado
Terrenos bajo el Palacete de Cázulas (situado en el borde superior de la imagen, apenas visible) sembrados de olivos, a principios del siglo XX
Don Francisco Bermúdez de Castro y Montes, marqués de Montanaro y padre de María del Mar
La famosa torre cuadrada de Cázulas a principios del siglo XX
La piscina se había construido en el lugar que ocupó un antiquísimo molino de aceite
Trabajadores de Cázulas y sus hijos, principios del siglo XX
Antiguo molino de aceite dentro del palacete
Jardines de Cázulas a principios del siglo XX
María del Mar en el año 1917
Medallón del árbol genealógico familiar donde figura el matrimonio de María del Mar
El pequeño Paquito, heredero de los marquesados de Villanueva de la Sagra, de la Nava de Barcinas y de Montanaro, y del condado de Campomanes
El aserradero o fábrica de la sierra de Cázulas daba trabajo a muchos habitantes de los alrededores
Boda celebrada en la capilla de Cázulas
Trabajadores del palacete con sus hijos
María del Mar con su segundo esposo, el conde de Tovar, la hija mayor de éste y una sobrinita
Paquito, el joven marqués, poco antes de su alistamiento en el ejército
El pueblo de Otívar desde el Mirador de Cázulas
Medallón del árbol genealógico de la familia donde queda registrado el fallecimiento de Paquito (por una confusión de fechas figura el año 1937 en lugar de 1938)
Ya bien entrada en la madurez, María del Mar encontró la estabilidad
Los marqueses con unos invitados en la mesa del jardín
Lourdes Guerrero Sánchez («Lourdicas» para la marquesa) era hija de Miguel, el administrador, y muy querida por María del Mar
Carmelilla era la doncella personal y mujer de confianza de María del Mar
Grupo de trabajadores de la finca posando en los jardines
Los marqueses en compañía de unos familiares, al borde de la piscina
En el jardín, rodeados como siempre por los suyos
Las propiedades más queridas de María del Mar, las fincas de Cázulas en Granada y La Encomienda del Moro en Mérida, corrieron distinta suerte tras la desaparición de su carismática propietaria. Pero, casi medio siglo después de su muerte, permanece aún en ellas el rastro imborrable de la señora marquesa. Ambas protagonizarán, junto a sus actuales propietarios, la segunda parte de esta historia.
Entrada principal de Cázulas en los últimos tiempos de María del Mar
Entada principal de Cázulas en la actualidad. Fotografía de Carlos Luengo