Se puede decir que ya estamos inmersos en época veraniega. Excepto algunos días –que serían bienvenidos- en los que nos visitara nuevamente la lluvia, nos queda aproximadamente medio año del llamado buen tiempo para disfrutar de nuestras playas en los días cada vez más largos. Coincide, por supuesto, con la época estival en la que a nuestra preciosa costa axárquica vienen cientos de miles de visitantes para acompañarnos durante sus periodos vacacionales.
Es en esta época, como no podía ser de otra manera, donde se cuantifica la calidad de la costa por el número de banderas azules que tengamos. Nunca he considerado esta medida como la más objetiva, pero acepto pulpo como animal de compañía. Igualmente, y directamente relacionado con las banderas, cada verano desde hace demasiado tiempo se viene oyendo la misma historia: la falta de depuración de aguas en Nerja. Falta de depuradora en mi pueblo. Y sí, ese es un problemón muy grande; entre otros aspectos, por ver a los bañistas, como yo los he visto, sentados a pie de orilla, con caras de desencanto, esperando a que la “mancha” pasara y les permitiera un mínimo baño hasta que volviera el siguiente cúmulo. Se trata de una imagen que todavía perdura y que me causa mezcla de pena y frustración, imposible de ser tapada con la peregrina excusa que se daba en anteriores legislaturas de que estas manchas “venían de los pueblos vecinos”.
Sin embargo, ninguna de estas situaciones me produce tanto rechazo como que el Partido Popular, tanto a nivel nacional como a nivel municipal, acuse al gobierno local actual de retrasar la terminación de tan importante infraestructura. Hay que tener muy poca vergüenza.
Recordemos que la depuradora no es flor de un día, que hay grupos políticos, como el que represento (IU), que llevan décadas instando a los distintos gobiernos en Madrid para paliar esta enorme falla que padecemos. Durante un tiempo, allá por el cambio de milenio, parecía que la financiación de la depuradora estaba recogida y que no tardaríamos demasiado en disfrutarla. A pesar de ello, parece que las dimensiones no eran las adecuadas y el dinero fue a parar a otras partidas; a lo mejor, a tierras de nacionalistas no españolistas que llevaron al poder a un partido nacionalista españolista que ahora acusa a los primeros de querer romper España; aunque éste es otro tema.
Tuvieron que pasar cerca de 20 años para que hubiera nuevos movimientos reales al respecto y, por fin, en 2012, se licita la construcción de la depuradora por 23 millones de euros aproximadamente. Aunque el presupuesto inicial fue de en torno a 40 millones de euros, que era el valor que tenía el anteproyecto desarrollado por la Junta de Andalucía, el proyecto definitivo suponía una rebaja de cerca de la mitad de millones. A preguntas de si esto no suponía la conocida como “baja temeraria”, las bocas de los técnicos desechaban esta teoría. Así que la obra queda en manos de la oferta más barata, bajo la condición de que la infraestructura –tanto el recinto como los colectores- se construyeran estrictamente según lo establecido en el proyecto definitivo (éste es un punto obligatorio marcado por el mismo Ministerio de Medioambiente y muy importante en el devenir de la EDAR).
Cuando en Junio de 2015 se produce el cambio de gobierno, llega a nuestras manos un informe técnico municipal alertando de que se están llevando a cabo modificaciones del proyecto sin el conocimiento del ayuntamiento. ¿Qué había hecho el anterior equipo de gobierno? Nada. La empresa contratada por el ministerio modificaba el proyecto a su antojo; nuestros técnicos, que como un mantra se repetía “que eran de todos los grupos políticos y había que hacerles caso” habían informado sobre las deficiencias, pero parece que aquí no eran tanto nuestros técnicos, puesto que se les hizo caso omiso. Y las obras seguían, y nadie en el ayuntamiento sabía cómo, ya que ésa es otra, la comunicación entre administraciones era inexistente.
Será una obra urgente de realizar pero, a nuestro entender, éste no era el método oportuno de hacerlo. El equipo de gobierno entiende que las obras tienen que terminar cuanto antes, pero sin hipotecar el futuro de nuestro pueblo. Lo que se le está pidiendo a la empresa desde que llegamos, es que en cada modificado del proyecto que consideren necesario, el ayuntamiento (y sus técnicos) estén al tanto y puedan decir si lo consideran o no oportuno.
No ocultamos que para nosotros cualquier retraso añadido a la terminación de las obras es una decepción, pero insisto, hemos anhelado la depuradora durante mucho tiempo para que ahora se haga rápido y mal. El hecho de que otros quieran escurrir el bulto culpándonos de estos retrasos, sin ver las acciones –o inacciones- que han llevado a esta situación, nos descubre nuevamente otra manera errática de equipos de gobierno anteriores a la hora de desarrollar los grandes proyectos de nuestra localidad.