José Carlos Fernández: «Lo que nos preocupa es que en las niñas su condición física es aún peor que en los niños»

El veleño José Carlos Fernández García es profesor titular de Actividad Física y Salud, que se imparte en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA. Desde el año 2001 es investigador principal de un grupo del Plan Andaluz de Investigación que en sus inicios abrió una línea de estudio sobre la influencia de la obesidad en el rendimiento académico en escolares. Asimismo, se centra en analizar la relación entre la obesidad y la actividad física, noticia que destaca Diario SUR.

Son muchas disciplinas diferentes las que forman parte de esos estudios: nutrición, medicina, psicología y un largo etcétera. «Somos un grupo muy heterogéneo y nos entendemos bien. Creemos que hemos sacado buenos trabajos a lo largo de estos años», señala Fernández



Los primeros estudios que realizaron en el ámbito de la obesidad eran más elementales y poco a poco han ido calando en la sociedad. «Cada vez vamos consiguiendo un impacto mayor, pero sobre todo lo que nos preocupa es que el trabajo que hagamos redunde en la comunidad», afirma. Lo más reconfortante de su trabajo es «que nuestros conciudadanos vean como beneficio propio la inversión que hacen las instituciones para la investigación en este caso», argumenta.

Sus publicaciones como investigador en revistas científicas son muy variadas: ‘Obesity’, ‘Journal Strange’, ‘Plos One’, entre otras, hasta llegar hasta casi 300 publicaciones en revistas especializadas sobre los temas investigados por el grupo dirigido por José Carlos Fernández en los últimos 20 años. «Actualmente estoy participando en siete proyectos nacionales o internacionales. En mi carrera habré participado en alrededor de una treintena. No todos como investigador principal, pero sí que he formado parte de ellos», comenta.

Rendimiento académico
En el trabajo seleccionado por el Congreso Europeo de la Obesidad, celebrado en Viena en el mes de mayo, su grupo de I+D+i ha estudiado la condición física de los niños en los últimos veinte años. «En los inicios nos llamaba la atención comprobar si los chicos que son más activos físicamente tienen un mayor rendimiento académico», argumenta. En el año 1996 comenzó su andadura en una investigación que ha durado 20 años. «Estudiamos la condición física y factores antropométricos de 600 niños y niñas de diferentes colegios, tanto de Málaga capital como de la provincia», explica. Además, también se examinó la frecuencia cardiaca de los niños a los tres minutos del esfuerzo físico. «Se intentaron hacer algunas publicaciones, pero aquello no terminaba de cuajar y abrimos otras líneas», explica.

Aunque supo que aquel primer trabajo no era concluyente, no se dio por vencido, él pensaba que esos datos podían dar una información que sirviera para mucho más. «Yo sabía que a aquello no le habíamos sacado todo el rendimiento que se merecía y que pasado un tiempo deberíamos volver a investigar para ver qué había ocurrido», sostiene. De esta forma, en 2016 replicaron la parte de condición física de aquel experimento de 1996. «Evidentemente las circunstancias han cambiado, porque ahora es mucho más complicado conseguir las notas académicas de los alumnos. Entonces nos quedamos sólo en las pruebas físicas», explica el investigar principal.

Datos de la investigación
En la investigación realizada en 2016 no se han podido valorar las calificaciones académicas por la protección de datos de los menores. Eso sí, han detectado «un deterioro en el grado de la condición física cardiorrespiratoria de los menores», comenta. Además, hay algo en la comparación entre los resultados de 1996 y 2016 que les ha impactado. «Lo que nos preocupa muchísimo es que en las niñas su condición física es aún peor que en los niños», explica. «Los ritmos de maduración sexual se manifiestan antes en ellas que en ellos. Aunque el rendimiento motor de las chicas, a los 11 años, es mayor que el de sus compañeros. Una vez producido el proceso de maduración, tanto en ellas como en ellos, sociológicamente se ha detectado que el interés en el deporte se pierde y adoptan estilos de vida más sedentarios», dice.

El problema más acuciante no es la obesidad como tal, sino las consecuencias. «Hace 20 años no había tanto restaurante de comida rápida», asegura. «Los niños ahora realizan menos actividad física, aeróbica, o todo lo que suponga el empleo de la cualidad física de la resistencia», afirma. Otro de los problemas es que nuestra forma de vivir ha variado en los últimos 20 años. «Todo ha cambiado. Aunque haya más posibilidades de hacer actividad física en las escuelas o en entidades privadas, los niños no realizan la que necesitan», manifiesta.

Para luchar contra este fenómeno hay que combatirlo desde diferentes frentes. «Los centros educativos en general, las familias y todos los profesionales deben ayudar a minimizar esta pandemia», sostiene. Es verdad que ahora solo tenemos que ir al frigorífico, abrir la puerta y encontramos todo tipo de alimentos. «El problema es que vamos a tener adultos obesos con problemas cardiovasculares y óseos porque durante la infancia y la adolescencia no has sometido al hueso al impacto que supone saltar, correr, girar, etc. En el futuro tendremos un problema grave de salud», advierte.




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