Muchas de las ideas que tengo, especialmente para escribir, se me ocurren mientras estoy fregando. De ahí el nombre de esta sección. Y el “písenme”, pues, no es más que una invitación directa a que ustedes opinen y se expresen a favor o en contra de lo que aquí se repasa y se vuelve a repasar a golpe de mocho y efluvio de fregasuelos…
 
Pero, también, como buen hijo de mi generación que soy, no puedo abstraerme de la influencia inspiradora (más o menos subliminal) que la televisión, el cine o la música ejercen en mí, y era el pasado mediodía, mientras llenaba el cubo, cuando ojeaba la tele puesta de fondo y en cierto canal volvían a reponer el memorable capítulo de “Los Simpson” donde Ned Flanders, el “vecinito” por excelencia, tras perder su casa al paso de una tormenta, perdía también su fe (y, al alimón, su autocontrol), y comenzaba a cortarles un traje de cuidado a cada uno de sus paisanos y paisanas, cantándoles cuatro verdades a la cara.
 
(Inciso: Doy por hecho que saben de qué les estoy hablando, y es que España lidera el ranking de repeticiones de esta serie, estimándose que cada uno de nosotros y nosotras puede haber visto cada episodio individual una media de 36 veces desde que las aventuras de esta amarillenta familia empezaron a emitirse en cierto canal privado…).
 
Pues bien, cuando le llega el turno a Lisa Simpson, nuestro Ned la retrata con una sentencia que es, sencillamente, insuperable: “Oh, y aquí está Lisa Simpson, ¡la respuesta de Springfield a una pregunta que nadie ha hecho!”. Sublime.
 
Si trasponemos este asunto de las preguntas nunca hechas y las respuestas redichas y oportunistas a la realidad de la gestión municipal, se me ocurre pensar en esas cuestiones que no tienen por qué ser formuladas, las relativas a cómo se solucionan los problemas cotidianos, las cosas rutinarias… Hay quién piensa que, cada vez, los ciudadanos y ciudadanas están más desafectados, alejados de la labor que se hace en los consistorios. No pienso que sea así necesariamente. Hay una cuota de gestión que se da por “sobreentendida”. Que la farola sea reparada, el paso de peatones repintado, el bache alquitranado, el césped regado, la instancia tramitada y las ayudas y subvenciones concedidas (por poner algunos ejemplos) es lo mínimo que uno y una esperan en el devenir de los días… No, no es “desinterés”, es sentido común.
 
Otra cosa es hacer de lo normal un acontecimiento histórico y apoteósico; sí, en cierto modo “respondiendo” a una pregunta que nadie ha hecho (ni jodidas las ganas) porque se contesta por sí misma. Y ahí es donde emergen, con fuerza (y espero que con poco espíritu de permanencia) las “ALCALDÍAS 2.0”, capaces de gobernar con la gasolina que les proporcionan los “Megustas”, con la energía de los “retuits” y el aliento infatigable del postureo de las redes sociales y los medios de comunicación.
 
Tiene su parte positiva: olvídese ya de trámites farragosos y de intentar hacerse valer por cauces prehistóricos… Suba usted a su plataforma favorita la foto de aquello que le disgusta o considere que deba ser mejorado… Si cuenta con un número decente de amistades y seguidores, sus súplicas no tardarán en ser atendidas (con la consiguiente publicidad, gozo y alborozo), sopena de perder posiciones en el escalafón digital.

Que estas alcaldías saben muy bien lo que se hacen. Y lo que cuelgan…





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Frigiliana, el pueblo del que todo el mundo habla

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