Agricultura abandera la candidatura de la uva pasa a Sistema Ingenioso del Patrimonio Agrícola Mundial

La FAO evaluará la propuesta de este cultivo, muy ligado al paisaje, la biodiversidad y la sostenibilidad, entre los próximos 25 y 26 de septiembre

La Junta de Andalucía abandera la candidatura de la uva pasa a Sistema Importante (o Ingenioso) del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam). Así lo ha remarcado el consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Rodrigo Sánchez Haro, quien, en el marco de su visita a una explotación de viñedo de El Borge, en la Axarquía malagueña, con motivo del inicio de la vendimia, ha abogado por la necesidad de un reconocimiento internacional “merecido y justo” que “vendría a salvaguardar un cultivo tradicional muy ligado a la tierra, al paisaje y que es garante de biodiversidad y sostenibilidad”. La propuesta, impulsada por la Mesa de la Pasa, ya ha sido remitida por la Secretaría de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a la valoración del Comité Científico (el pasado 4 de agosto), que se reunirá para su evaluación entre los próximos 25 y 26 de septiembre.



Rodrigo Sánchez Haro ha expuesto, en este sentido, que las altas connotaciones ambientales y culturales que rodean a la uva pasa “justifican sobremanera” un fallo positivo que la situaría como el primer cultivo de la Unión Europea (UE) en alzarse con esta distinción. Esto se traduciría, desde la óptica del titular de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, en un “importante espaldarazo” a la preservación y promoción de la pasa Moscatel de Málaga, de sus valores naturales y de los sistemas de conocimiento asociados a la misma, “con lo que ello supone para el bienestar de las 2.000 familias que viven de esta actividad en municipios como El Borge, Almáchar, Iznate, Moclinejo, Cútar, Cómpeta y Sayalonga”, ha apostillado el consejero.

El cultivo de la pasa, de hecho, contribuye a evitar la erosión y dispone de un alto grado de uso de tecnologías tradicionales y manuales que evidencian una “perfecta relación de armonía” entre la comunidad rural y su entorno. Algo que, en palabras de Sánchez Haro, y unido al riesgo de abandono experimentado en los últimos años, en los que la superficie ha caído hasta las 1.600 hectáreas (muy lejos de las 13.000 contabilizadas en 1980), “nos obliga a velar no sólo por su mantenimiento, sino también por su desarrollo como fuente de economía verde y patrimonio cultural”. En este punto, el consejero ha aplaudido el compromiso unánime del sector, con la Asociación Moscatel a la cabeza, y el apoyo de los ayuntamientos de la Axarquía con iniciativas como la de Vélez-Málaga, que ha contemplado en sus presupuestos municipales la creación del Centro de Interpretación de la Uva Pasa en la finca Monterrey.

Apuesta decidida
Sánchez Haro ha subrayado, en este contexto, “la apuesta decidida que venimos haciendo desde el Gobierno andaluz por la uva pasa”, canalizada, según ha explicado, a través de las ayudas agroambientales con la apertura de una línea específica para la misma. La Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, no en vano, ha dedicado en la convocatoria de 2017 un presupuesto de 2,2 millones de euros a este sector para los cinco años de compromiso. Hasta 1.220 hectáreas de 34 municipios distintos, sobre todo, de la zona de la Axarquía de Málaga, se podrán beneficiar de unos incentivos que han visto incrementada la cuantía de la prima desde los 264 hasta los 359 euros por hectárea. De igual modo, se subvenciona la realización de piletas en la base de las cepas, con lo que se consigue no sólo mantener un cultivo singular, sino también combatir la erosión.

Además, el responsable de este departamento de la Junta ha apuntado que la uva pasa encuentra otra vía de apoyo transversal en las ayudas a zonas con limitaciones naturales o específicas, dotada para el ejercicio 2017 con una partida de 12,2 millones de euros para el conjunto de la comunidad autónoma. El objetivo, como ha remarcado Rodrigo Sánchez Haro, es compensar a los agricultores por las desventajas que conlleva desarrollar su actividad en zonas de montaña o con otras limitaciones naturales significativas y en espacios con limitaciones específicas. Se trata de un paraguas, ha continuado, que puede abarcar a alrededor de 9.500 explotaciones y más de 197.000 hectáreas, principalmente, de la zona de Andalucía Oriental.

Ayuda asociada de la PAC
El consejero ha reiterado, ademas, que “volveremos a reclamar el establecimiento de una ayuda asociada al cultivo de la uva pasa” en la próxima revisión del sistema de las mismas de cara a la Política Agrícola Común (PAC) más allá de 2020. “No renunciamos a ella”, ha aseverado el responsable autonómico de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural tras lamentar, “porque no es comprensible”, que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente denegara esta petición expresa del Gobierno andaluz para un cultivo que hay que preservar por lo mucho que significa en términos ambientales, económicos y culturales”, ha sentenciado.

Pasas de Málaga
El cultivo, caracterizado en la comarca de la Axarquía por un alto grado de minifundismo, se encuentra amparado por la Denominación de Origen (DO) Pasas de Málaga. La vendimia en esta zona, única en Europa al hacerse de manera totalmente manual y con el uso de mulas como único medio de transporte viable debido a la altitud y la orografía, comenzó el 24 de julio con el inicio de la recolección temprana en los municipios de Moclinejo, Almáchar y El Borge. No obstante, en el caso de la pasa, arranca ahora, a mediados de agosto, con la recolección de la uva Moscatel de Alejandría. Se espera, en total, una producción cercana a las 4.000 toneladas. De ellas, en torno al 20 por ciento irán destinadas a uva pasa (el 40 por ciento a vino y el otro 40 por ciento a uva de mesa).

La zona de producción de la provincia, abrigada por el sello de calidad de las Denominaciones de Origen Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga, se compone, además de la Axarquía, de otras tres áreas, la zona norte, la Serranía de Ronda y Manilva. Esta diversidad, que se traduce en una superficie de algo más de 1.900 hectáreas, una cosecha de unas 6.000 toneladas de las variedades Moscatel y Pedro Ximénez y 55 bodegas inscritas en el Registro de Industrias Agroalimentarias (RIA), da lugar a una vendimia larga, que suele iniciarse a finales de julio para no concluir hasta los últimos días de octubre.



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